20 de enero de 2009

2009

El año 2009 anda todavía desperezándose. Todavía escuchamos las secuelas del año anterior que nos deja abiertas muchas e intensas heridas que parecen que no van a ir sanando en este nuevo año. En nuestro país la cuestión parece empeorar más si cabe. La crisis que parecía no existir en época electoral cabalga desbocada sin que nadie la pare, devorándolo todo a su paso cual plaga bíblica. El terrorismo aun disminuido sigue latiendo en lo profundo de muchos corazones, calles y barios de Euskadi. La ambiguedad permisiva e interesada de algunos sigue siendo el mejor de los combustibles. El sistema judicial aquejado de una serie enfermedad acaba de entrar en un fase aguda de difícil tratamiento. Empalada hasta el fondo, primero por una vulgar politización, luego por una indignante falta de medios, y finalmente por una canallesca mezcla de desidia-incompetencia, está hecha un auténtico desastre. Anda arrastrándose como la peor y la más sucia de las meretrices. El nivel del sistema judicial está empezando a marcar el nivel auténtico de esta sociedad en la que vivimos. Una gran parte de la ciudadanía está comenzando a notar que -aunque lleva toda su vida viviendo en este país, produciendo y cotizando religiosamente duranete décadas, y antes que él unas cuantas generaciones familiares que vivieron el maldito quinario de la opresión- todo esto no sirve para nada ahora que bien le vendría le echaran un cable. No podemos olvidar a los que están peor que nosotros y que es un signo importante de civilización el ser solidarios con esos otros menesterosos,pero alguien debería de parir una idea para que todos pudieramos vivir con más armonía. Los dos grandes partidos y los grupos fácticos que tienen detrás siguen a los suyo. Emboscados en sus trincheras siguen disparándose y pasando a cuchillo a todo enemigo que cae en sus garras. La macabra partida de ajedrez a la que juegan nos sigue arrojando a la realidad de una sociedad dividida casi por la mitad, en la que millones de personas rehenes-complices danzan al son que marcan desde los cuarteles generales. Y esto, claro está, termina de marcar a sangre y fuego el verdadero nivel de la sociedad en la que vivimos.
En el resto del mundo las cosas también van mal. El crack del sistema financiero yankie ha arrastrado al resto del mundo al peor de los infiernos. En EUA un nuevo presidente esta a punto de tomar las riendas del Imperio. Para muchos es la gran esperanza. A éstos habrá que decirles que tengan paciencia y que no sean tan ingenuos. El legado que recibe del innombrable es un veneno terrible. Mientras persista Guantánamo e Irak no habrá demostrado que el futuro que nos trata de vender es cierto. La ONU sigue siendo un triste y lamentable jugete roto, sólo defendido y apoyado por países y líderes de segunda línea que no tiene ni voz ni voto en la globalización del mundo. El Tercer Mundo sigue pagando los platos rotos y el Primer Mundo sólo se acuerda de él para sacar réditos electorales en las patrias autóctonas. Y además de todo esto, Israel se ha dispuesto a arrasar Gaza. En este periodo de transición en la capital del Imperio, los hebreos mandan toda su moderna tecnología militar a masacrar al terrorismo palestino, y de paso a toda criaturita que coja por medio.
¿Año nuevo vida nueva? En fin, el año 2009 no trae realmente nada nuevo al mundo, no veremos nada que ya no hayamos visto antes. Pero cada día que pasa siendo todo igual, todo lo mismo, es un día de empeoramiento. [12-1]

Una Miscelanea de pensamientos para empezar

I.

Vamos a tratar de ver cómo es el mundo para luego pensar en cómo debería ser. Antes ver lo que hay para luego buscar formas de cambiarlo. La siempre necesaria utopía puede convertirse en la peor de las enemigas.

II.

La tempestad azota sin misericordia al pequeño barco. En su interior los tripulantes y el pasaje esperan que el capitán esté a la altura de las circunstancias. Es posible no, con toda seguridad que no, podemos culpar al capitán de la galerna que les ataca, pero sí esperamos que actúe con sapiencia y decisión, que no se arredre ante el tamaño inmenso de las olas y que no pierda el tiempo lamentándose y culpando al fabricante del barco por el tamaño de sus palos o la confección del velamen. El capitán debe ser la constante necesaria en el caos reinante.

III.

La Historia nos puede ayudar para arrojar luz y sentido a lo que hacemos y a lo que somos, nos puede ayudar, claro está, para decidir quién queremos ser, también para llegar hasta dónde queremos ir. La Historia nos ayuda a comprender pero nunca como justificación de eso que somos o hacemos. Porque la Historia no deja de ser una enorme cremallera que podemos abrir y cerrar a nuestro antojo y pararla en el lugar que más nos convenga, haciendo oídos sordos a todo lo demás.