29 de enero de 2009

¡A las trincheras!

Tenemos enfrentados dos grandes bloques. Cada uno de ellos dice defender una serie de valores, una ideología, una visión del ser humano y de la vida, y lo hace frente al otro. Esta es la palabra clave: 'frente'. El primer, y ahora único, sentido que manejan para tenerlos es para defenderse ante la ignominia del otro.
Cuando todo esto comenzó en el periodo de Transición del Franquismo a la Democracia eran solo un puñado de personas y muchos proyectos. Ahora con la primera década del siglo XXI a punto de terminar, y con la democracia en plena juventud, el asunto ha tomado una complejidad impactante.
Ya no solo están las ideas del ser humano, las relaciones morales entre éstos y la mejor manera de gobernarlos. Ahora los grandes partidos políticos tienen pegados al trasero una gran cantidad de 'aparataje'.
Primero encontramos las fundaciones que desarrollan la ideología que defienden. Añadimos los poderes fácticos de las telecomunicaciones: radios, prensa y televisiones (públicas y privadas) y toda la corte de directivos. Productoras de televisión y cine. Añadimos las plataformas digitales, los blogs, los periodicos digitales y todo el entramado de internet. Añadimos las editoriales, sí esas que publican libros. Tienen incluso, cada una a su favor, un subgrupo del gremio de los jueces. ¡Tremendo no!
Además, cada grupo añade a su defensa importantes intelectuales, científicos, economistas, etc. Tienen Universidades y Rectores y Catedráticos de Universidades. Tenemos también grupos de empresarios y banqueros más o menos afines. Revistas de economía, de ensayo, de historia, etc.
También han convocado a su causa a periodistas-estrellas, e incluso alguno de cierto prestigio que desde sus poltronas, bien en los telediarios de la noche o en los programas de radio de la mañana ladran las consignas a seguir. Son la brújula que marca el camino para que todos, incluidos los rezagados no se pierdan. Algunos lo hacen zafiamente y rebuznando por las mañanas, otros han conseguido una finura inusitada con el paso de los años.
Repartidos también por el tablero encontramos a los tertulianos y los opinólogos, que se baten el cobre cada día; también los periodistas de investigacion, los novelistas, los poetas, los artistas y los deportistas retirados. Incluso ahora tenemos una categoría nueva: el payaso. Cada grupo cuenta ya entre sus filas con un payaso o un programa payaso que ridiculiza al otro bando a base de parodias y chistes procaces.
Esto último ha sido un descubrimiento novedoso. La gente que ya se harta de ver como se reparten la cera se vuelve impermeable al discurso y la perorata en discusiones y telediarios. Y como la consigna es seguir machacando las posiciones enemigas, la nueva arma es calar en el inconsciente colectivo a través del chiste, la parodia y la imitación, también con el monólogo, los muñecos feos y el histrionismo. La gente se parte el pecho con las caricaturas pero en el inconsciente queda que tal o cual no es como es sino como cuenta la parodia.
En fin, este es el tablero de juegos de nuestro país en los tiempos que vivimos.

Los fallos de esta democracia

Uno de los grandes fallos que todavía no ha solucionado la democracia es el papel de la representatividad que otorga el voto. Si a esto añadimos un espíritu acrítico y apático el problema se convierte en muy grave, y en eso estamos.
Si cuando uno vota a un partido que dice defender una determinada ideología y promete desarrollar una serie de acciones le da "carta blanca" para que en su nombre cometa las mayores tropelías, ignorando aquellas promesas,mal vamos. Si además, y luego, la ciudadanía prefiere quedarse en casa sin pedir explicaciones a aquellos que hacen un mal uso de su voto, peor vamos; y en eso estamos.
Aquí falla, para empezar, el propio sistema democrático, la estructura que sustenta a la democracia. Habría que cambiar muchas cosas y a cual más difícil. Y tendrían que cambiarlas los mismos que salen beneficiados del mal funcionamiento. Habría que cambiar la ley electoral, habría que cambiar la ley de partidos, habría que hacer una ley que oblige a cumplir las promesas electorales, una nueva ley de consultas electorales, modernización tecnológica del sistema, especialemnte el de la seguridad informática, etc.
Hay determinados asuntos, que son de tal importancia, que no pueden ser dejados en manos exclusivamente de los partidos políticos y los medios de comunicación afines. Lo mejor sería buscar algún mecanismo que haga que la ciudadanía decida directamente sobre ellos. No hace mucho el Sr. Presidente de esta nación decidió meter a nuestro país en una Guerra, lo hizo unilateralmente. Además de ser una guerra ilegal e injusta obvió el deseo claro y evidente de la población. Eso tendría que estar claramente legislado. Otra cuestión importante y vital es la relacionada con los diferentes fracasos absolutos que estamos viviendo con la educación en este país. Y hay algún tema más que tendría que ser el grueso de la sociedad la que decidiera en su conjunto. Seguro que hay mecanismos para hacer que la población decida sobre esos "supertemas".
El fin de la democracia representativa partidista no puede ser posible sin el inicio de la democracia civil. Y para que esta surga gran parte de la ciudadanía tiene que involucrarse en ella. Y éste es el auténtico problema. Por que la ciudadanía no se involucra. Porque casi la misma gente que va votar es la misma que ve la final del Gran Hermano, y eso define claramente la sociedad en la que vivimos y otorga una nueva "carta blanca" a los partidos y los poderes fácticos que les apoyan. Son muchas las razones de esto. Muchas tienen su causa en la propia ciudadanía, otras en la manipulación clara que la población sufre por los partidos políticos y sus mass media.