12 de marzo de 2009

Por enésima vez: la cris económica (II)

Sin quererlo ni pedirlo a las ciudadanías del mundo se nos ha introducido en una dinámica que se nos presenta como un punto de no retorno: la globalización. A pesar de estar de mierda hasta el cuello no hay posibilidad de marcha atrás sin que haya una involución socio-cultural de parámetros indescifrables. Nos han dejado entre la espada y la pared o decidiendo entre lo malo y lo peor. Para los que intentamos de, en la medida de nuestras posibilidades, hacer un análisis complejo de la realidad sin dejarnos llevar por las tópicas estupideces ideológicas del pseudoprogresismo es difícil de aceptar que no hay, pues, más camino que hacia adelante. Al menos, y esa es mi preocupación, mantenerme despierto y consciente de lo que pasa a mi alrededor y no aceptar nunca los lenitivos que nos ofrecen para olvidar lo duro de la situación, y no tolerar bajo ningún concepto que se trate de poner un pañuelo oscuro delante de los ojos para impedir de ver el acantilado por el que tratan de despeñarnos.
De lo que se prometió poco se ha cumplido ciertamente. El impacto ecológico, el brutal empobrecimiento del segundo y tercer mundo, el nuevo sistema de castas salariales del primer mundo y los conflictos bélicos inacabables son claras muestras de esto. Y no hay peor ciego que el que no quiera ver. Lo que se está vendiendo como multiplicidad de oportunidades es, básicamente, la implantación de un pensamiento único; cuyo principal apuntalamiento es el miedo del primer mundo al segundo. El pensamiento es que la globalización es buena para nosotros, ya que permite tener cosas que antes no teníamos. El individuo occidental se ha reducido a mero sujeto posesivo y consumidor, a ser posible de cosas cada vez más nuevas y más baratas. Y se le ha inoculado el miedo atávico al otro, al extranjero-bárbaro de los otros mundos.

Por enésima vez: la crisis (I)

La crisis económica que estamos viviendo es un complejísimo fenómeno poliédrico similar a un diamante, lleno de caras, aristas y reflejos. Es muy complicado, por tanto, profundizar en él; máxime cuando te toca de primera mano, en la base de la pirámide social y sin herramientas para actuar.
Tanto a nivel internacional como a nivel nacional todos andan preguntándose por el "cómo ocurrió" y por el "hasta dónde llegará". Muy pocos nos preguntamos por el "porqué ocurrió". El político, y su jefe el economista, intentan aplicar sus tradicionales herramientas de análisis y respuesta. El primero lo hace con una simplicidad abrumadora, más pendiente del corto plazo y de taponar la hemorragia de votos; y el segundo lo hace con una cantidad inhumana de tecnicismos, lo suficiente para inhabilitar al resto de la ciudadanía en la toma de decisiones, y pendientes también de sus jefes: los grandes poderes fácticos del mercado globalizado. 
Los que nos preguntamos por el porqué pensamos también en un quién. Esto no ha sido fruto del azar o la casualidad. Esto ha sido responsabilidad de un alguien, más bien de un grupo de alguien, no ha sido por culpa de la confluencia de Saturno en Capricornio. A políticos y economistas no les interesa que se indague en el porqué y en el quién. Son las preguntas que se tratan de evitar, y en todo caso si finalmente se hacen, se trata de inhabilitar o desmontar. Al controlar los medios de comunicación y expresión siempre pueden hacer ver a la opinión pública la enajenación de los agoreros o las falacias de las teorías de la conspiración. Con lo que resulta que junto a la crisis económica que ya tenemos, hay que sumar una crisis de la verdad. 
Creo que es perfectamente posible que las cuatro preguntas sean respondidas. Es más, la ciudadanía que es la que de verdad está sufriendo las dos primeras tiene derecho a que se le responda las dos segundas, nada más que como compensación moral de todos sus padecimientos.