17 de marzo de 2009

La Monstruosidad

La época en la que vivimos, llena de grandes beneficios y magníficas oportunidades de aprendizaje y crecimiento, posibilitadora de sacar del ser humano lo mejor de sí mismo, tiene una una cruz que es, primero cada vez más dura, y segundo, cada vez está más oculta. Dos ejemplos de esto que digo. El primero es que se realiza ahora en Austria el juicio contra el ignominioso Fritzl; el segundo es el giro que acaba de dar el caso policial-judicial de Marta en Sevilla.

El conglomerado de ciencia-técnica-psicología se ha convertido en el gran paradigma de esta época. Y tiene especial dominio sobre las áreas clave de la existencia: político-ideológico, económica-finaciera, judicial-legal e industrial-tecnológico. No hay monedas de dos caras, todo lo que existe tiene una vertiente positiva y otra negativa. Este paradigma no va a ser menos. Y junto a los aciertos que aporta a la humanidad, conviven los errores y las omisiones negativas. El problema surge cuando los que controlan el paradigma no lo asumen.

Somo capaces de aceptar que existe el mayor rango de bondad y  de bien, incluso hay grandes Instituciones que lo premian: Nobel de la Paz o Príncipe de Asturias a la Concordia. A todos se nos ocurren nombres de gentes buenas y abnegadas hasta la extenuación. Pero esto no es así con la acera de enfrente. Para este paradigma el mal no existe sólo las distorsiones y los traumas psicológicos. Pero en casos como estos dos que acabo de citar, evidentemente extremos y radicales, sus categorías de diagnóstico y solución se ven claramente superadas. El mundo que conciben es la parte central de la campana de Gauss. Craso error el suyo, la curva tiene dos extremos, el mundo tiene dos extremos, no sólo existe la medianía operativa y manejable, susceptible de ser testeada. En este mundo hay mucho más.

El caso del austríaco es tan claro, que es apabullante. La maldad brutal de ese sujeto nos deja a todos en un estado de vacío en el pensamiento. Se me hace difícil reflexionar sobre ello. El caso que estamos viviendo ahora en nuestro país va por el mismo camino. Los tres niñatos no hablan alemán ni viven en los Alpes. ¡Que va! Hablan andaluz y se lo pasaban de escándalo en la Feria. Más cercano imposible. Ahora parece que no tiraron el cuerpo al río, sino que lo arrojaron a un contenedor de basura. Y durante 24 días (los que transcurrieron hasta que fueron detenidos) fueron capaces de elucubrar un plan para que no se encontrara el cuerpo o si se encontraba que estuviera tan degradado que fuera difícil una gran condena. ¡Tremendo! La capacidad de maquinación maligna de este caso está empezando a ser brutal. Son los malos los que se están defendiendo del sistema legal, en vez de ser el sistema legal el que nos defendiera a nosotros de ellos.

Esto nos arroja a la tremenda evidencia de que este sistema legal y democrático en el que vivimos, lleno de buenos augurios y promesas, es cada vez más tonto y estúpido frente a las artimañas de estos monstruos. Este es el problema insoluble frente al que nos encontramos. ¿Cómo vivir con esto? Lo que nosotros consideramos como triunfos de la razón y el progreso, para ellos son errores e inconsistencias de un sistema inútil del que pueden sacar provecho. ¿Cómo tapamos esta vía de agua? Es el auténtico nudo gordiano de nuestra epocalidad. Cómo enfrentarnos a ellos sin cambiar lo que somos; cómo hacerles frente sin convertirnos en lo que son ellos.

Menudo debate este, abierto hace siglos, al que sólo unos pocos prestamos atención. Hay que ser conscientes de nuestras debilidades, y sobre todo de nuestras contradicciones.