4 de junio de 2009

¡Que desastre!

La clase política española, en esta Campaña Electoral para las Europeas, está alcanzando cotas esperpénticas. Llevamos algunos años asistiendo al embarramiento de la política, pero lo de los últimos meses está siendo temendo. ¿Cómo narices quieren que la ciudadanía se implique si ellos, que deberían ser ejemplos de lo bueno y lo útil de la política son ejemplo de lo contrario? 
El político de hoy en día para la opinión pública es un tipo cuya primera razón de ser es enriquecerse él y todo su entorno. Y segundo para asegurarse su 'futuro' ataca al contrincante, que es la competencia por la poltrona, el poder y el  dinero, diciendo todo tipo de barbaridades, hilarantes e hirientes. 
Esa es la imagen del político actual: un tipo con ansias de enriquecerse y que sólo es capaz de mentir y hacer daño con son sus palabras. Y toda esa mala leche chirría con sus poses de querubines: por que ellos son muy buenos y nos van a salvar del contrario que es malo y perverso. Y resulta que son todos iguales, por muchas siglas que se inventen, por muchas medallas que quieran ponerse al referirse a unas ideas que en el pasado sí tenían algo que decir. Hoy en días esas ideas se han convertido en carroña, en excremento seco arrojadizo.
La gente se aburre de sus mentiras, de sus luchas por el  poder, de sus manipulaciones, de su mundo cerrado de o conmigo o en mi contra, de consignas barriobajeras que sólo quieren sacar los miedos atávicos de la ciudadanía, de los triunfos que se apuntan pero que nunca lucharon. 
Pero resulta que la gente no se da cuenta que aunque ellos pasen de los políticos,  los políticos no pasan de ellos. Que aunque la gente prefiera irse a la playa el domingo y vote muy poca gente, el político nunca lo tomará  como una llamada de atención a modificar su mala praxis. Y esto es  un problema gordo, estamos contra la espada y la pared. Lo entendamos o no la sociedad tiene que seguir gestionándose, y esto no ocurre sin políticos ni burocracia. Son un mal necesario. Esa pared que se llama Política es infranqueable. El volumen de acciones de la vida actual es tan grande que la autogestión individual es imposible. Lo que si podemos cambiar es la espada que tenemos clavada: los malos políticos. Son los políticos  y sus partidos los que tiene que cambiar, y son los votantes con su voto los que tiene que cambiarlo. El voto sigue siendo la mejor protesta en un sistema democrático. La abstención, o sea quedarte en casa, es despreciada por los políticos.