16 de julio de 2009

En el ojo del huracán

El Sistema Sanitario ha relegado al cuerpo de Enfermería a un lugar secundario, en el fondo del armario de la sanidad. Mientras que la Enfermería pretendía modernizarse y alcanzar cotas más altas de formación y conocimientos, los diferentes Gobiernos han parado reiteradas veces su reorganización, su evolución y su modernización. Los diferentes partidos políticos han manoseado al colectivo en una de sus muchas batallitas políticas. Incluso el Sistema Educativo Universitario ha terminado formando burócratas con bata blanca antes que a profesionales sanitarios cualificados.
Pero dentro de ese macro sistema hay una micro estructura de gestión que también la ha torpedeado con saña: las de cada zona básica de salud y las diferentes Jefaturas Hospitalarias. Éstas han maltratado sistemáticamente a la Enfermería desde muchos frentes. Son estas micro estructuras las atalayas que vigilan el día a día de la profesión. Pero lejos de ser una vigilancia de protección, han sido una perversa vigilancia de control. Esto queda más que claro con dos ejemplos palmarios, conocidos y padecidos por casi todos los profesionales. Un infame sistema de contratación cuantitativo y ciego, las llamadas Bolsas de Contratación; y un pésimo sistema de asignación de los Profesionales a sus puestos de trabajo.
Todo esto genera una tremenda frustración a los Profesionales. Pero más allá de alegaciones subjetivas legítimas, están las alegaciones objetivas del bajo rendimiento y la mala preparación de unos profesionales sin estabilidad laboral alguna que recorren lo largo y lo ancho de las dependencias hospitalarias sin centrarse en un determinado servicio, con sus respectivas rutinas y actividades.
Mientras que por un lado las diferentes Empresas Sanitarias Públicas añaden y añaden tareas a los profesionales, presionando y presionando sin misericordia en pos del cumplimiento de los objetivos que los premien a ellos, los gestores, con suculentas productividades, el corpus enfermero se encuentra cada vez más desamparado, y entre luchas internas entre 'jefecillos' y trabajadores, entre fijos e interinos, entre los Colegios Profesionales y los Sindicatos, entre éstos entre sí, y todos en contra de la Administración muy preocupada de recolectar votos del usuario, pero sin darle lo que merece, sin darle lo que la ley le garantiza: sanidad de calidad.
La Enfermería ha sido ninguneada durante décadas por los medios de comunicación y generalmente reducida a perversos clichés y groseros estereotipos en las artes cinematográficas y televisivas. Ahora algunos sectores del mundo de la Prensa no para de lanzar dentelladas contra el corpus enfermero, llegando algunos, incluso, a declarar una caza de brujas contra todo el colectivo. Ese grupo de irresponsables no tendría que desestabilizar a toda la Profesión. Ahora tras los lamentable hechos ocurridos en Madrid nos encontramos con horas y horas de programación televisiva y decenas de artículos de investigación y opinión en la Prensa, que tratan de escrutar a la profesión como si fuera la Banda de los Golfos Apandadores. No paran de salir expertos, de salir justicieros y cantamañanas que no tiene ni idea de lo que ocurre en los Hospitales y en los Centros de Salud. Ahora estamos en el ojo del huracán. Nadie se acordó de nosotros en los momentos de actividad, en el día a día; o en los momentos en que pedíamos ayuda para nuestro desarrollo, cuando eramos atropellados por unos y otros. Ahora somos el epicentro del seísmo y los únicos culpables de lo acontecido.
La Enfermería lleva décadas olvidada por la Sociedad, toda la dedicación, todo el tesón y la profesionalidad, todas las vidas salvadas van a quedar silenciadas por capas y capas de sedimentos y residuos. No es justo. No es justo desde luego el fallecimiento de la madre y de la pequeña criatura. Y la justicia existe precisamente para delimitar las consecuencias y las penas. Pero más allá de las responsabilidades legales, que han de existir y que cada cual a modo individual tendrá que llevar; hay enormes, gigantescos y dolosos fallos estructurales que no deben ser apuntados en el debe de esas compañeras. Mientras el sistema, enorme y gigantesco, pura abstracción económica y política y los gestores políticos que lo dirigen salen indemnes de las problemáticas. Las compañeras no pueden ser tratadas como cabezas de turco de un sistema imperfecto que lo peor que hace es no percatarse de ello y corregirlos, exponiendo a los profesionales a semejantes accidentes.
Nuestro futuro ha cambiado. Preparémonos todos.