12 de marzo de 2010

LA FILOSOFIA POLITICA DE ORTEGA Y GASSET EN EL ESPECTADOR

1.     POLITICA MENTIROSA.
La política ha calado hondo en el hombre. Aunque Ortega parece no tener en buena estima dicha disciplina. Para Ortega y Gasset política es la supeditación de la teoría a la utilidad, es también pensar utilitario. El pragmatismo, que descubre la esencia de la verdad en lo útil, es especialmente criticable. Y lo es porque en primer lugar el pensamiento se degrada a operación, y en segundo lugar, se obvian la finalidad de las acciones: queda reducido el pensamiento a la operación de buscar buenos medios para los fines.
Para Ortega la política está en un plano secundario y dice de ella que es una saludable fuerza de que no podemos prescindir. Pero con condiciones. Mientras tomemos lo útil como útil, nada hay que objetar. Pero si esta preocupación por lo útil llega a constituir el hábito central de nuestra personalidad, cuando se trate de buscar lo verdadero tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto, hacer de la utilidad la verdad, es la definición de la mentira. El imperio de la política es, pues, el imperio de la mentira. Como ya dije antes la política se ha extendido, hay política por todos lados. Y también políticos, gentes a quien no interesa ver el mundo como él es, dispuestas sólo a usar de las cosas como les conviene.
Ortega ve el mundo que lo rodea lleno de política y de políticos, de mentira y de mentirosos. Se ve en la obligación de buscar la verdad, más bien, afirmarse de nuevo en la obligación de la verdad, en el derecho de la verdad.

2.     DEMOCRACIA MORBOSA.
Las ideas de Ortega sobre la democracia son muy críticas, como queda patente  en el fragmento citado. Pero son muy críticas porque la democracia (la llama saludable y noble) imperante en la España (y en los políticos) de su época es, en su opinión, perversa y ruin y provoca degeneración en los corazones, ya que se ha lanzado en brazos del plebeyismo. La democracia nació pensando en la plebe, salvarla de su baja condición, para que medrara. Y finalmente la plebe, no solo, no medra, sino que, es la democracia la que acaba plebeya.
Y es que Ortega no es amigo de los extremismos, como tampoco lo es de absolutismos. Y con la democracia ocurre tal cosa. La democracia, como democracia, es decir, estricta y exclusivamente como norma del derecho político, parece una cosa óptima. Pero la democracia exasperada y fuera de sí,..., es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad. La democracia ocupa un término medio, mesurado, un lugar concreto. Si ponemos la democracia fuera de su sitio, o en otros ámbitos, o distorsionada y extrema, piensa Ortega que es la peor enfermedad de una sociedad.
No es lícito ser ante todo demócrata, porque el plano a que la idea democrática se refiere no es un primer plano, no es un “ante todo”. La política es un orden instrumental y adjetivo de la vida, una de las muchas cosas que necesitamos atender y perfeccionar para que nuestra vida personal sufra menos fracasos y logre más fácil expansión. La democracia no lo es todo, es una cosa más de entre otras, con su utilidad y su función. Tampoco es lícito ser “sólo demócrata”. El amigo de la justicia no puede detenerse en la nivelación de privilegios, en asegurar igualdad de derechos para lo que en todos los hombres hay de igualdad. Siente la misma urgencia por legislar, por legitimar lo que hay de desigualdad entre los hombres. Si se absolutiza llamando “todo” a la democracia, del mismo modo, llamar “lo único” a la democracia, como si no hubiera nada más, es también absolutizar. Es aquí, donde la democracia deviene plebeyismo. Quien se irrita al ver tratados desigualmente a los iguales, pero no se inmuta al ver tratados igualmente a los desiguales, no es demócrata, es plebeyo.

BIBLIOGRAFIA:
EL ESPECTADOR. José Ortega y Gasset. Biblioteca Básica SALVAT. Libro RTV 4. Madrid 1969.
 Los textos en cursiva están sacados literalmente del texto original:
Ø  VERDAD Y PERSPECTIVA. Páginas 17, 18 y 19.
Ø  DEMOCRACIA MORBOSA. Páginas 67 a 71.