8 de abril de 2010

Política, Corrupción y electoralismo

   La Política es un concepto abstracto que se lleva tratando de definir por Filósofos, Politólogos y Sociólogos de toda índole desde hace centurias. El tamaño de la bibliografía es monumental y los acuerdos más bien escasos. A groso modo, soy de los que entiende que no es ni buena ni mala, la hacen buena y mala los seres humanos, de carne y hueso, que a ella se dedican. Cuando un individuo entra en política y se convierte en político no se recubre de un aura mayestática que lo convierte en un querubín. Tampoco lo ataca una suerte de rabia vampírica que lo lleva a apoderarse de todo lo ajeno. El ser humano, con todo lo bueno y malo, con sus virtudes y defectos, se convierte en político. En fin, todo este tipo de trivialidades vienen a cuento del tremendo descrédito que los políticos está arrojando a la política. 



   La Política ha dejado maravillosas páginas a la Humanidad: cuando uno lee a Aristóteles o a Tomas Moro o a Rousseau o a Montesquieu o a Kant o Hanna Arendt o a Ortega entiende que en las manos y las mentes adecuadas esto puede ser una cosa estupenda e imprescindible. Dicho esto, aconsejo encarecidamente el visionado de la película 'El Libro de Eli' que explica esto mismo: como una misma cosa en manos de uno es poco menos que la destrucción y en manos de otros puede ser lo más sublime y necesario.
   Los casos de corrupción que están ahora en el candelero y que están relacionados con el partido que ocupa ahora la Oposición, nos dicen que la res política es un pozo de podredumbre e inmundicia inversamente proporcional al escalafón. Así llegados a la política local-comarcal-regional el pozo negro engulle a muchos. Como diría el maestro Yoda, son muchos los llamados al reverso tenebroso de la fuerza. Hace unos cuantos años, fue al contrario, y el caso Filesa le estalló en plena cara al partido que ahora está en el gobierno. Sobre esto hay una controversia porque ahora comienzan con los dimes y diretes de quién de los dos tiene menos mierda en las manos o si las maldades del pasado interesan o no en el presente. Una vez más aparecen muchos vociferando a favor y en contra de una y otra posición. Aquí hay una constante más: entre los políticos hay mucha vociferación pero muy poca mesura, muy poco aprendizaje, muy poca enseñanza a la ciudadanía. Repito algo que dije hace algún tiempo. 


Los políticos de este país, y también sus aledaños, están completamente dominados por un peculiar proceso que yo llamo 'PUEDE QUE YO SÍ, PERO COMO TÚ MÁS, ENTONCES YO NO'. Cada uno mira a su ombligo y sólo ve lo que le conviene demonizando al contrario, que a su vez hace exactamente lo mismo. Lo que hizo el otro en su día, o lo que hará en el futuro es grave y terrible; lo que ellos acaban de hacer no. Y el que está enfrente piensa y hace exactamente lo mismo, que lo suyo es pecata minuta en comparación con lo del otro. Al tiempo que los opinólogos y tertulianos y sus caras de poker se lanzan a defender a uno y otro bando con todo tipo de argumentos y rasgaduras de vestiduras.



   En estas estamos. El electoralismo es uno de los apartados menos abstractos de la política. Al fin y al cabo la gente es la que vota, la que pone y quita. Esa misma gente cabreada con unos y otros, cabreadas con la política en general y los políticos en particular, es la que decide quien mete mano en la olla grande. Por eso cuando surge un tema tan brutal como éste a los políticos se les ponen los pelos como escarpias. Toda decisión de un gobierno o de la oposición tiene una respuesta en el electorado. Por eso es el machaconeo tan tremendo en todos los medios de comunicación. Los partidos y la Prensa tienen que hacer partícipe a la gente de lo cabrones que son los otros y las tropelías que cometen. Ninguna acción política puede quedar impune electoralmente, ninguna. Hay que pelear por cada uno de los votos. La ley del aborto movilizará a mucha gente en su contra, la subida del IVA y del IRPF  también, la pésima gestión de la Crisis por parte del Gobierno incluidas sus muchas mentiras en la pasada campaña electoral. Estas acciones y decisiones políticas del Gobierno y del partido socialista han cabreado a mucha gente, sobre todo amplificado por la prensa contraria que hace que la gente sólo se fije en eso. Durante meses esto ha llevado la voz cantante, hasta el punto de que se han igualado la intención de voto en unas hipotéticas elecciones generales. Pero la marea alta no dura eternamente. Tarde o temprano bajará y ahora con los casos Gurtel y Matas se ha dado la vuelta la tortilla y son los otros, los que antes recibían las puñaladas, los que empiezan a darlas con la misma saña con que las recibieron. Aquí no ha nadie inocente. No basta con informar de lo que sucede. Se tiene que ir más allá, y más en el momento delicado que vivimos. El electoralismo es lo que domina la actualidad. Todo lo que de o quite votos es lo que sale en los medios y lo que dominan los políticos. Esto es una asquerosa y peligrosa lucha de poder. La justicia, la decencia y la ética no le interesan a ninguno de los actores de este proceso.