18 de diciembre de 2010

Tablero de juego. Semana 16

   Lo que estamos viviendo en el país es algo profundamente inquietante. Y todo lo demás queda en un segundo plano. Seguimos en Estado de Alarma.  Cierto es que la situación puntual de aquel día sí requería esta medida. Cierto es que la vida normal de la ciudadanía no se ve menoscabada por esta medida. Todo eso es cierto, vaya esto por delante. Pero lo que es de una bajeza moral es utilizar esta medida excepcional de defensa del Estado para resolver un conflicto laboral entre el Gobierno y un determinado grupo laboral. Hay que respetar las formas y, sobre todo, el espíritu constitucional. Es una gran decepción, otra más, del socialismo en este país. Esto es  bastante asqueante.
   El grano gordo sobre el que se está llamado la atención en todo este caso son los sueldazos increíbles de los controladores. Y no sobre lo que los controladores hicieron aquel día puntual [Yo mantengo desde el primer día que fue una canallada y que la Justicia tiene que actuar]. ¡Menuda pantomima! Sueldo que fue negociado en su día, que no fue autoimpuesto, por cierto. Estos señores cobran esa burrada porque un gobierno tras otro no pusieron ningún tipo de problema. Claro está que ahora hay que regularlo de modo racional. Y lo que el Gobierno no puede hacer es utilizar un elemento de tanto calado para poner a su favor su negociación particular. 


Lean esto:

    
   Pero porqué los políticos no hablan de sus sueldos y de sus jubilaciones doradas. Se convierten en multimillonarios y no dan un palo al agua, solo hay que ver como está el Congreso de vacío. ¡Es que tiene muy poca vergüenza! Miren la noticia de antes, para ello sólo lo mejor para los demás trabajar hasta los 67 o más. Desde pequeños los niños nos dicen que quieren ser artistas, futbolistas o toreros. Ahora llegan los niños que sólo quieren ser famosos, pero al paso que vamos, los niños terminaran diciendo que ellos quieren ser del partido, o se lo diremos los padres. Y yo como padre que tengo que esforzarme por pagarle una carrera en una Universidad mediocre pero que cuesta un pastizal tendré que plantearme seriamente en decirle "mira hijo no estudies, o si lo haces estudia poco, pero sobre todo llégate a tal o cual plaza y afíliate al partido porque seguro que no te va faltar de nada, ni a tí, ni a tu hermano ni a nosostros". Es la verdadera inversión de futuro: un determinado carnet del partido es la llave maestra de la buena vida en España. Alguna así, ha llegado hasta ser Ministra.
     Este es el país de la hipocresía. Hay que reconocerlo de una vez. También el de la envidia malsana y cainita. A mucha gente, esto le revuelve las tripas por pura envidia porque el sueldo de los controladores no le afecta para nada. Si cada uno de nosotros pudiéramos negociar directamente con el jefe el sueldo y éste en negociación aceptara que cobráramos tres veces más de lo que cobramos ahora, TODOS aceptaríamos cobrar el triple por trabajar lo mismo. El que diga lo contrario miente como un bellaco, y sería un hipócrita. Este es el país de los listillos y los caraduras. Como hacen los controladores desde su posición de poder, exprimir todo lo que pueda a la administración pública. Es más, se fomenta esa imagen, se alardea de ella en plazas y tascas de toda la geografía popular, también en la tele. El que consigue pegar un pelotazo en España se convierte en heroe de muchos, en envidia de otros a los que les gustaría ser como ese. ¡Hay que reconocerlo! Los mismos políticos son gente así: quien no conoce a algún político de su ciudad, que no valía ni para jugar a las canicas pero que con el carnet del partido termina de alcalde o concejal y podrido de millones.... Todos le criticamos en público pero cuántos no envidian su cuenta corriente y su chalet en Valdelagrana o el Audi Quatro con el que recojen a sus amentes que es un pibón... Esa es la política de los pueblos y ciudades donde vivimos, una auténtica letrina apestosa llena de listos y sabihondos que viven en la cresta de la ola. 
     Este es también el país de Sancho Panza y el Lazarillo de Tormes, el país del trabajo en negro, del trapicheo y de la economía sumergida. Nos encanta metérsela doblada al Estado, a Hacienda, y al Ayuntamiento, a declarar poco, nada o mal a ver si salimos ganando. Si no, es imposible explicar como con tantos MILLONES de parados no hay algaradas populares. Más de la mitad de esos millones se busca la vida en 'B' y muchísimos prefieren seguir en las sombras porque salen ganando. 
   Este país tiene que reflexionar profundamente en lo que se ha convertido, dejar de autoengañarse. Hay que reconocer, de una vez, lo que somos, a dónde nos encaminamos, y que sólo tenemos lo que merecemos: unos controladores soberbios y canallas, un gobierno mezquino y perdido y una clase política indecente.