12 de febrero de 2011

Tablero de juego. Semana 24

El gigante con pies de barro.
En 1984 Plaza & Janes publicó en España el libro 'El futuro de la democracia' del insigne politólogo italiano Norberto Bobbio. Uno de las líneas argumentales que contiene este texto, es una de las piedras angulares de la ciencia política de finales del siglo XX: 'Las promesas incumplidas de la democracia'. El tiempo pasa, se suceden los diferentes tipos de gobierno, se suceden los liderazgos dentro de los partidos, suceden y suceden cosas diferentes, pero resulta que hay cosas que no cambian. Por eso textos como éste se convierten en clásicos porque, los leas cuando los leas siempre te están diciendo algo de lo que ocurre en ese momento.
Se pensó que la democracia era una panacea que curaría todos los males de la humanidad, una invocación mágica como la de abracadabra, que con sólo nombrarla llevaría al díscolo ser humano por la senda del bien. Muchos se equivocaron. Muchos se siguen equivocando ahora. Bobbio presenta seis grandes promesas que la democracia nunca cumplió ni podrá cumplir. Lo que está haciendo es ponernos delante de un espejo para que veamos qué es lo que realmente somos, no cómo creíamos que eramos. Nos muestra cómo es la democracia real en la que vivimos y no en la que pretendíamos vivir. Para mi, particularmente, hay dos cuestiones que me parecen nucleares. La primera es que la democracia real se basa en una tecnocracia burocratizada en el que las reglas de juego son las de un zoco donde todos pueden mercadear por todas las cosas posibles. Todo es susceptible de ser comprado o vendido, todo es monetizable y el mercader-político más hábil y con menos escrúpulos es el que termina ganando. Y la toma de decisiones se deja en manos de la aritmética más simple, a veces incluso obscena. Si hay cuatro personas en una habitación y tres ellas deciden por votación formal y legal apalear a la cuarta, se está cumpliendo escrupulosamente con la democracia, ya que la mayoría ha hablado y debe hacerse lo que diga la mayoría. ¡Tremendo verdad! Esto que no deja de ser una exageración explicativa nos lleva al segundo punto. En segundo lugar, es el reino de las apariencias nominales: no hay ya valores profundos ni sustancia, todo es nominal, incluso virtual e irreal, nos dirige lo políticamente correcto, lo excesivamente pusilánime . Basta con cumplir la letra, las intenciones profundas y la conciencia crítica no cuenta para nada. El espíritu democrático ha sido desterrado de la democracia real.
Pero se puede pensar que todo esto es un revuelto de teoría abstracta propia de analistas de biblioteca: craso error. Estamos viviendo en vivo y en directo dos ejemplos de esto.
Esta semana estamos enfrascados en el nuevo intento de ETA-Batasuna de entrar en la arena política. Estos señores están jugando a la democracia; tiene sus fichas, sus dados y su dinero del Monopoly. Lo que yo temo es que haya alguien que permita que se tomen a la democracia como un juego, no como algo más serio e importante. Como se ha convertido en un mercadeo, con una tabla de reglas que hay que cumplir para salvar las apariencias de lo políticamente correcto, pues simplemente redactan unos estatutos donde nominalmente dicen cumplirlas. No tienen escrúpulos. Y claro el aparato del Estado, este cacharro inmenso, lento como el caballo del malo, y que no es capaz de discriminar lo justo de lo injusto, ocupado en subvencionar a diestro y siniestro, esta partitocracia bipolar de negras contra blancas, que parió hace algún tiempo una 'Ley de partidos', puede terminar consintiendo el fraude de ley, porque como su espíritu está muerto y enterrado, con solo parecer pulcra y limpia ya les basta. Si lo hacen, la democracia estará sentenciada de muerte, como lo estuvieron las víctimas. Maldita democracia real esta que se olvida de estos para facilitarle las cosas a los criminales. Espero que, por una vez, los partidos busquen el espíritu democrático antes que la forma.
El otro. Siempre es de celebrar que un pueblo patee bien lejos al tirano que lo subyuga. Por eso los egipcios merecen ser felicitados. Ahora les queda lo más difícil, sustanciar en hechos políticos concretos la algarada popular de protesta. Que ese mismo espíritu de protesta se convierta de verdad en espíritu de democracia, y que se pueda articular la libertad con la la igualdad. Que es lo más difícil, que una masa de gente sea capaz en pleno de sortear los muchos intentos de manipulación que tratarán de hacer unos y otros es, cuando menos, complicado. Irán, que son chiítas, querrá tirar para su lado, Arabia Saudí, que son sunnitas (y lo que es más significativo, wahabitas) está tirando para otro. Por medio están las multinacionales que tratarán de defender su inversión en el país más visitado y turísitico del mundo (ya saben las Pirámides, el Nilo y todo eso...)Y claro está, tenemos a Israel, en frontera con Egipto por el Negeb, que tiene derecho a defenderse pero tendría que tener la obligación de no ir jodiendo al prójimo tan a la ligera. ¡Cuidado que aquello es un polvorín! Aquí vendría bien decir una palabra que por desgracia ha sido manoseada últimamente: el talante. La esperanza de que el talante y el aliento democrático sean más fuerte que otros vientos en el mundo árabe. Sería una buena noticia, la contraria sería una muy mala noticia.