15 de marzo de 2011

Los oscuros nubarrones que cubren nuestra aldea

   Vaya por delante mi consternación, la tristeza y la pena por lo que les ocurre a las gentes del Japón. Desde la modestia de este blog pequeño e insignificante les mando todo mi apoyo y solidaridad. Lo poco que me congratula es que son el Imperio del Sol Naciente, son de estirpe luchadora y guerrera y resurgirán de nuevo aprendiendo de sus errores. Amaterasu velará por ellos, los kami les arroparán y guiarán con sabiduría.

   El terremoto, que fue de gran escala, fue poca cosa comparada con el maremoto posterior. Eso demuestra la gran inteligencia de un pueblo para construir sus cimientos, simbólica y físicamente. Pero no es suficiente. Paradojicamente, la central nuclear de Fukushima está a pie de mar para utilizar el agua salada del océano para refrigerar los núcleos en caso de catástrofe. Pero esa misma agua de mar, en forma de Tsunami, es la que pone en peligro su funcionamiento, y por ende a millones de personas. Ni las cosas bien hechas son garantía de que las cosas salgan bien... es lo que tiene la vida.

   Ahora el debate se abre aquí, sobre si tienen que abrir más centrales nucleares en España o no. Yo me debato entre dos frentes. Además, no voy a discutir sobre un tema tan complicado. Daré una opinión y un dato. Para crecer como país, ser una economía fuerte, con un PIB sólido, y ser parte del primer mundo hay que tener mucha energía. O la compramos o la generamos, más opciones no hay. No hay soluciones correctas. Hay que decidirse y joderse con lo que se decida, para bien o para mal. 
   El dato que tengo en mente es este: en Francia hay 20 centrales nucleares. La más cercana es la de Golfech a 140 km de los Pirineos, 240 km de Donostia  y a 300 km de Barcelona por ejemplo (Entre la Prefectura de Fukushima y Tokio hay unos 250 km. de distancia). Si allí pasa algo parecido a lo de Japón, aquí nos llegará seguro la alerta nuclear. Una vez más, hay que joderse, para bien o para mal. España le compra a Francia mucha energía extraída de las centrales nucleares. Si pasa algo la radiación no pasará por control aduanero, puedo asegurarlo. Expresado en forma subjetiva es que las fronteras legales y políticas son una estupidez para según qué cosa, por ejemplo para la radiación. 
   Es lo que tiene la Globalización. Nosotros somos unos aldeanos que no queremos mancharnos las manos de suciedad, pero ignoramos  lo que pasa en el pueblo de al lado, sobre el que nuestras opiniones y decisiones no tiene relevancia. Jugamos a ser avestruces puras y limpias de corazón, con nuestra cabeza bien metida un profundo hoyo. Y si pasa algo en ese otra aldea a nosotros nos va a tocar el marrón seguro y al avestruz de buen talante se le van a quemar bien los morros. Hagamos o no hagamos tendremos que jodernos con las decisiones que tomaron otros. 

   La Realpolitik nos dice que no se puede hacer una tortilla sin partir antes los huevos. Si queremos vivir bien, exigiendo a los políticos un Estado de Bienestar, paternalista y protector, que cuide de nosotros y no pare de darnos cosas que merecemos, que no pare de otorgarnos derechos de todo tipo, hemos de entender que detrás de cada una de esas cosas, de modo directo o indirecto, hay un gasto y un consume energético. De algún sitio hay que sacar dinero y energía. Y aquí no hay final feliz de cuento de hadas, donde todo se soluciona en el último momento con un giro inesperado de un héroe estupendo. En Japón tampoco va a ocurrir eso: la tragedia será monumental, mitológica estoy por afirmar si no me dejo llevar por el positivismo buenista e ingenuo de muchos. Hay aquí un debate de fondo tremendo y profundo como la Fosa de las Marianas. Y no creo que nuestra sociedad esté preparada. Hay que replantearse lo que somos y hasta dónde queremos llegar a ser tal y como estamos, a la vista de nuestros recursos físicos y humanos. La clase política, pendiente de descuartizar al contrario por estupideces ideológicas contrarias, mucho menos. Y a los sabios y expertos de este país no se les escucha, no salen en programas de máxima audiencia a la hora de la merienda.

[Cualquier puede entrar en Google Earth y usar su herramienta de medida para comprobar los datos kilométricos]