5 de abril de 2011

Lo noto al fondo. Muy atrás. Es una notoriedad de poco peso, inespecífica, se parece más a un fogonazo o un pequeño chirrido. No es algo que me llegue por la razón, ni con forma de argumento. Seguramente no pasaría por la inquisitoria científica oficial. Ya lo se. Por eso me preocupo de averiguar su origen y me interrogo a mi mismo por sus características. Y claro, si pudiera definirlo ya sabría casi lo que es. Y no es eso, es más una duda, una aporía que me desvela, unos pajaritos que giran por mi cabeza. Intento aprehenderla, enfocarla y verlo más claro, pero nada. Ahí sigue, una intuición vaga y liviana que revolotea en la oscuridad profunda de mi mente, que me surge ante determinados hechos alejados entre sí y sin conexión aparente.
Y lo que pasa es que no me conformo con los patrones establecidos para la verdad por los dueños del mundo. No me conformo con que la explicación sea que no hay explicación o que no hay nada que explicar. Llegados a cierto punto no quiero un explicación, quiero comprensión.  Quiero comprender cómo ocurren esas cosas aquí y allá que estando desconectadas se orientan hacia ese sitio tan esquivo que intuyo.
Parece una especie de patrón, tan grande y complejo que no logro verlo en su inmensidad. Sólo me parecen ver flashes. Solo alcanzo a entrever algunos de los vórtices del fractal.
Cuando uno está en profundas tinieblas, cuando todo es oscuridad impenetrable y aparece a lo lejos una luz pequeña y casi insignificante, lo primero que piensas no es que la luz existe, sino que lo que viste era una alucinación. Te has acostumbrado a lo negro, se persigue con tanta saña a los que no aceptan el negro, que cuando planteas algo así te planteas si es sano plantearse las reglas de juego que nos imponen en esta vida, y los peligros que puedes correr por ponerlas en duda por una simple intuición esquiva.
La intuición no es mentira, vislumbrar en la lejanía un pequeño resplandor no es una locura. Unir con líneas y estructura una serie de puntos que parecen estar desparramados al azar no es una conspiración. Es introducir en la negrura una nueva forma de ser negro.