23 de mayo de 2011

Nuevo cambio de paradigma.

   Cuando comencé a escribir en este Blog tenía la intención de romper, en cierta medida, con otra etapa anterior. En ella llenaba libretas y libretas con mis pensamientos, análisis de la realidad y esperanzas de futuro. Tengo todo ese material editado y encuadernado aburriéndose en alguno de mis cajones. Quien sabe si alguien, algún día, se arriesga y me lo publica. En fin, tampoco es una cuestión determinante el reconocimiento ajeno para que uno pueda, en la medida de sus posibilidades, articular y expresar su propio universo de reflexiones y pareceres.
   Pero uno no siempre es el mismo: cambiamos. Y si cada uno cambia, el mundo que nos rodea también lo hace. La nuevas tecnologías y la inmediatez de Matrix hizo que esa forma de hacer las cosas quedara obsoleta. También por aquel tiempo, hace más de 3 años, tuve una experiencia trascendental en la comprensión de la vida y mi existencia: 'No es país para viejos'.
   Decidí escribir en este Blog. Desde mi insignificante esquina en el cosmos humano, mi pequeña voz ha ido desgranando todo tipo de reflexiones. Siempre tuve claro que el éxito sería una cuestión absolutamente efímera, ya que al no estar conectado a ninguno de los grandes canales de la información, el núcleo de lectores sería escaso y reducido. El éxito es una cuestión de coherencia interna de escribir lo que pienso y de pensar antes lo que iba a escribir. 
   Los avatares humanos y sociales hicieron que poco a poco el tono general del blog si hiciera cada vez más y más político. Siempre desdeñé la tan perniciosa cualificación ideológica de la política. A la vista están los devastadores efectos de la misma. Mi intención era, y seguirá siendo el intento de analizarla desde sus supuestos teóricos y estratégicos. Lo que ocurre es que tras lo acontecido en estos últimos días un tremendo terremoto ha sacudido mi mente. Y he tomado la decisión de dejar de escribir sobre política en este blog. Son varias las razones. Una de ellas es el hartazgo y la indignación. Eso sí, desde mis propias categorías personales e individuales que no se ven subsumidas en movimientos de masas de ningún tipo. Ni me gusta que me engañen ni me gusta el gregarismo. Otra cuestión tiene que ver con el impacto tremendo que ha recibido mi pensamiento al ver como de repente se incardina el idealismo utópico en nuestra realidad fenoménica concreta del día a día. Tiene que haber otra forma de hacer las cosas, que esta ridícula e infantil puesta escena ¡Estoy perplejo! Necesito hacer un ejercicio de introspección personal profunda, de estudiar y volver a beber de las fuentes del conocimiento. Otra razón más y acabo: el año que nos queda va a ser tremendo, y no me apetece lo más mínimo formar parte de la masacre que se nos viene encima.