27 de mayo de 2011

No country for old man

Como hice mención en el anterior post, esto lo escribí en febrero de 2008, me parece adecuado que salga ahora a la luz. En estos tiempos de eslóganes y frases pegadizas. Los eslóganes son muy poca vianda para la olla de cocido que algunos quieren cocinar ahora por narices.

PARA NADA, PARA NADIE
El mundo del hombre no es lugar apropiado para el hombre. En esta tierra yerma y árida, plagada de moteles y caravanas, solo nos espera el sufrimiento y el dolor. Nada más que el peor y más duro de los desarraigos. En este inhóspito lugar, no hay ni sentido, ni justificaciones, ni explicaciones lógicas que nos haga entender qué nos ocurre, por qué somos lo que somos y por qué hacemos lo que hacemos.
Sólo existe el capricho del azar, el miedo y una poderosa ansia de poseer cosas. Vagamos por el desierto huyendo sin rumbo, perseguidos por peligrosos fantasmas que no tienen emociones. ¡Qué bueno es Bardem, mal político, buen actor! Y al final, joven o viejo, como siempre, la muerte nos encuentra en cualquier lugar, en cualquier momento, por mucho que queramos hacerla esperar siempre nos da alcance.
No ha lugar para la justicia, ni siquiera el arrepentimiento en conciencia nos granjea segundas oportunidades. Sólo encontramos un puñado de leyes menores, acatadas por un puñado de personas, de auxilio breve, por compartir casco y mochila en alguna contienda pretérita. La sangre derramada nos une; somos así…
Nos preguntamos por lo que hay detrás de todo esto, cuál es el fin de todo este sinsentido, de este maldito galimatías. Y nadie tiene la respuesta. No hay respuestas en el mundo del hombre, sólo movimiento por carreteras y fronteras. Tú síguete moviendo hasta que la parca salga a tu encuentro. Mientras, sigue soñando, sigue desayunando plácidamente como los viejos, como si nada fuera a sucederte, mete tu cabeza de avestruz en el primer agujero que encuentres, como si nada fuera a sucederte; sigue poseyendo cosas, como si eso sirviera para algo, sigue teniendo miedo porque esa es la única verdad en la que puedes creer hasta el fin de tus días. El miedo.
Y no te preocupes más por el azar, que él es el que no se preocupa de ti. Ni siquiera oirás música que pueda endulzar tan amargo trago. Nada puede dulcificar esto por lo que pasamos. El mundo del hombre que hemos construido no es lugar apropiado para nosotros. Efectivamente, no es país para viejos, tampoco para los jóvenes.
29 de febrero de 2008