22 de junio de 2011

¿Cómo voy a hablar de política si ya dejó de ser pensamiento y acción, argumentos y crítica, confrontación y diálogo, que es lo que yo estudio y trato de comprender? 
Primero se convirtió en un zoco donde se mercadea con todo tipo de mercachifles y abalorios. De un tiempo a esta parte se ha convertido en ruido estruendoso provocado por tambores, pandereteiras y cacerolas en constante convulsión paroxística. Y tras lo de hoy, la cosa se parece más a un hospicio para locos, un nosocomio para zumbados, ese tenebroso manicomio para gente que ya no tiene remedio y que tanto salen en las pelis de terror.
Y yo les juro que no tengo ni idea de comercio, ni de música étnica, y mucho menos de psiquiatría, por eso dejo de escribir, porque no voy a opinar de cuestiones que desconozco y de las que no tengo la más remota idea. Cuando las cosas vuelvan por sus fueros, volveremos; mientras a seguir estudiando, y escribiendo de mis cosillas y mentecateces varias.