De entre las muchas clasificaciones y/o tipologías que podemos hacer de nosotros mismos, las personas, hay una que me parece de importancia fundamental. Las personas que ante los problemas y conflictos de la vida se dedican a perseguir culpables y las que se centran en buscar soluciones. La vida sin sobresaltos, problemas y conflictos es inconcebible, nadie vive en una balsa de aceite, en una existencia plácida y sin que las mareas azoten en un modo u otro su navegar existencial.
La cuestión es qué haces con esas cosas que se plantan delante de tu camino. ¿Qué proyecto vital escogen las personas ante estas situaciones? Son dos preguntas que hay que responder: ¿Quién es el culpable de esto? o ¿cómo arreglo y soluciono este problema? Así, surge un proyecto cerrado y lineal marcado por la culpa y los culpables, siempre tratando de ajustar cuentas, acumulando todas y cada una de las afrentas recibidas, anotándolas a fuego en la lista particular de enemigos sin perdón. O un proyecto abierto y que mira hacia adelante, centrado en aprender de los aciertos y errores, que busca la mejor manera de solucionar los problemas y de sobre todo, no volver a caer en ellos.
Y esto ocurre en muchos ámbitos, pero tiene especial trascendencia en los más importantes: en el ámbito personal, emocional y afectivo, con tu familia, hijos y pareja. También el ámbito laboral y del trabajo
Y esto ocurre en muchos ámbitos, pero tiene especial trascendencia en los más importantes: en el ámbito personal, emocional y afectivo, con tu familia, hijos y pareja. También el ámbito laboral y del trabajo
Una de las razones, creo, de porqué nos va como nos va, es que los primeros son mayoría respecto a los segundos. Hay cosas que deberían enseñarse en las escuelas y esta es una ellas.