9 de septiembre de 2011

Theoria

   Si me hubieran dado un euro en cada ocasión que alguien me preguntaba ¿para qué sirve estudiar Filosofía?... ahora tendría amasado un buen capital para darme un caprichito... jejejeje...
   Y es que claro, todos los que me lo preguntaron, no los critico por supuesto, creo que entienden la vida como un lugar en el que hay que hacer cosas, un sitio donde sólo hay lugar para las actividades prácticas y materiales, que luego pueden ser valorizadas concretamente, especialmente por la monetización. En el propio verbo que usan para preguntar ya va implícito su juicio, dicen 'servir' como entendiendo que es algo poco provechoso. Y claro, una cosa como la Filosofía no entra mucho en esos parámetros.
   Yo creo que es uno de los signos característicos de nuestro tiempo, donde la técnica y lo instrumental, por una lado, ha apartado a la última esquina a las humanidades y a las cuestiones menos tangibles, y por otro, el vertiginoso ritmo en el que vivimos hace que el ritmo lento y pausado del pensamiento crítico sea algo insoportable o difícil de entender. No está de moda estudiar algo que no te va a reportar una buena suma de dinero, o un puesto de trabajo prestigioso.
   Este asunto viene de lejos, no es nuevo. Los griegos lo llamaban Theoria. En la Modernidad, una teoría es un conjunto de leyes que explican determinados fenómenos. Nada que ver con los pensaban los griegos del 500 a. C. En quel tiempo hacer teoría era una cosa que estaba bien visto y era útil para la sociedad. Para aquellos hombres era la contemplación autoconsciente, gratuita y no instrumentalizada, ni subordinable a otras instancias de lo eterno, de la Physis y del Kosmos. [Que conste que lo que entendían los griegos por eternidad, naturaleza y cosmos dista mucho de lo que se entiende hoy en día] Actualmente se dice hacer las cosas 'por amor al arte'. No hay un motivo ni de utilidad ni de instrumentalización para pensar sobre la realidad, el ser humano, la eternidad, etc... Se hace por la belleza profunda que hay en todas las cosas, por el valor interno no monetizable de todo lo que nos rodea. Yo estudié filosofía por todo eso. Pero entiendo que es difícil de entender hoy en día, máxime si rige la norma del 'tanto tienes tanto vales'. 
   En aquel tiempo lo bello era una categoría importante, lo kallistón dicho en griego homérico. Aquellos hombres pensaban que lo que estaba hecho y engendrado por la mano del hombre, lo manufacturado, lo que era útil y servía para vivir, que salía de la virtud Techné (de ahí viene lo técnico) tenía una belleza menor o secundaria. Lo verdaderamente kallistón, para los griegos, era lo que surgía por su propio impulso ya ordenado y proporcionado, la espontaneidad autolegislada, del kosmos y la physis, lo que se autoengendra y está en su máxima plenitud sí que es lo más bello. Los escultores y los arquitectos de aquel tiempo, por ejemplo, trataban de emular aquella primigenia belleza en sus obras con la proporción áurea. Euclides, matemático griego, fue el primero que definió este número.
   Y el filósofo era el encargado de contemplar todo lo kallistón que hay en el kosmos, y con eso llegaron a ser figuras de importancia y prestigio en aquellos días. Entre otras cosas porque en aquellos tiempos lo contemplativo era una acción fundamental en las poleis (plural de polis), contemplar era un verbo que denotaba acción y esfuerzo, sacrificio y compromiso, porque de sus contemplaciones y pensamientos salían cosas de gran utilidad en la vida diaria de los ciudadanos. Hoy en día, se ha generado una contraposición entre lo contemplativo y lo activo, lo contemplativo ha sido reducido a lo inútil, lo especulativo ha sido tergiversado a lo inexacto y contemplar lo bello es para los psiquiatras el 'síndrome de Stendhal'.
   Hay una larga historia que lleva desde la concepción favorable de la contemplación en la Antigüedad clásica hasta la concepción negativa de nuestros días, en donde se haya convertida en algo pasivo, propio de flojos, vagos o de gente con mucho tiempo libre. Hay un magnífico libro de una mujer, una filósofa alemana de mitad del s. XX, llama Hanna Arendt que se llama 'La condición humana' donde explica todo esto y más.