21 de octubre de 2011

La pata por debajo de la puerta

Comenzaré por el principio... ¡NO ME CREO NADA!
La cosa va hoy de cuentos infantiles... y de lobos... Los cuentos populares y las fábulas recogen en sus palabras una sabiduría popular antigua, heredera de la mitosimbología antigua y arcana, que por desgracia es despreciada alegremente. Pero las verdades que cuentan están ahí... para el que quiera verlas e introducirlas en su vida sin miedo y sin prejuicios.
¡Qué viene el lobo, qué viene el lobo! Desde hace algún tiempo, desde muchos sitios se apuntaba a lo que ha ocurrido hoy... ¡Qué viene el comunicado, qué viene el comunicado!... Pues sí... llegó... llegó el comunicado de los lobos asesinos, criminales y bastardos, con su retórica lobuna tan característica llena de dardos envenenados. Se puede ver a la legua las marcas que dejan sus dentelladas hediondas: cese definitivo de su actividad armada, dicen los muy mastuerzos. 
Pero este es un cuento, o más bien una pesadilla, de la que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado junto con la Justicia se tendrían que encargar de arreglar. Sin prisa pero sin pausa. Aunque por suerte no soy jurista, creo que hay razones legales, y objetivas, de sobra para  poner a los lobos en su sitio. Lo que da miedo, y es espeluznante es el otro cuento que viene a continuación...
¡Los siete cabritillos!... Mama cabra se va al curro. Es una afortunada, por no engrosar la lista de millones de parados de este país. La cabra trabaja de limpiadora en una clínica odontológica por las mañanas y por la tarde limpia portales o lo que salga. Un puñado de hambrientos cabritillos le esperan en el hogar. Mama cabra está harta de decirle a los cabritillos que la puerta de la casa no se abra para nada. Solo a los abuelos cabra que viene de vez en cuando a echarles un ojo. Pero bueno, en los tiempos que corren, los cabritillos de hoy son un poquito cabroncillos (pero un poquito solo !eh¡... no se crean, no me pongo apocalíptico). De vez en cuando, la casa de los cabra es merodeada por un lobo (este sí que es un cabrón, cabrón). El lobuno rufián utiliza todo tipo de tretas para que los cabritillos le abran la puerta. Pero los chiquitos, bien aleccionados por Mama cabra, no pican. Pero hete aquí que el lobo, en un golpe de astucia lobuna y cabruna, se pinta las pata de blanco cabra para enseñárselas por debajo de la puerta a los críos, a ver si pican y abren para que él pueda entrar y profanar sus vidas. 
Ya sabemos como acaba la fábula... el lobo cabrón terminó muerto, bebiendo agua en el río con la barriga llena de piedras. Pero en la vida real, tenemos 585 muertos, en la desfachatez del lobuno comunicado no han hecho referencia alguna a las víctimas, sino un homenaje a sus compañer@s caídos, no han dicho el lugar dónde la policía puede encontrar su arsenal, y dónde pueden ir a detenerlos y que pasen a disposición judicial, pero sí encontramos términos como liberación, solución del conflicto o reconocimiento. Y al final, ahí esta la treta cabrona y rufianesca, plenamente lobuna y criminal, hablan de dos cosas de la que no tienen ni pajolera idea, paz y libertad. Se han pintado las patas de blanco y la muestran por debajo de la puerta. Pero ahí está el lobo, ahí sigue el lobo y su sed de sangre, sus homicidas y criminales ansias, su irrefrenable violencia.
Espero y deseo que ningún iluminado político de este país le abra la puerta al lobo. Espero que los políticos estén, ya no a la altura de las circunstancias... que no lo están, sino que los políticos estén de parte de la ley, que dejen que la justicia haga su trabajo y que no pululen como babosas mesiánicas en busca de un golpe de mano. Espero que el lobo cabrón, deje tranquilo a los cabritillos, salga de los ayuntamientos y terminen en la cárcel. Entonces sí habrá paz, libertad, los cabritillos vivirán algo más tranquilos y 585 almas descansarán en paz.