30 de junio de 2012

Carta abierta a los políticos


Tengo ojos en la cara, para ver lo que está pasando. Me quedan neuronas en mi cerebro para entender lo que ocurre. Me queda ética para aceptar el compromiso de que hay que perder poder adquisitivo para salir de ésta. Está claro, que sin arrimar el hombro no se sale adelante, que sin el sufrimiento de muchos no se saca el país del atolladero. Sé, de sobra, que sin sacrificios no hay salida de la crisis, que hay que apretarse el cinturón, que hay que aceptar ciertos recortes, que hay que pagar más. Todo eso lo sé, lo conozco y lo entiendo. No soy insensible, ni tan mala persona como para quitarme de en medio, escurrir el bulto, soslayar mi responsabilidad como ciudadano. Yo estoy a la altura, vosotros los políticos no lo estáis. Como decía, todo eso lo sé, lo conozco y lo entiendo, pero tiene que haber un límite, una frontera equitativa.
Y no la están poniendo. No sólo no la ponen, es que además, se están cebando con nosotros, los trabajadores públicos. Nos están pegando tal hachazo que parece como si fuéramos los culpables de la crisis y que nuestras espaldas tienen que llevarse la peor parte de los latigazos. Como si fuéramos los culpables de que el Estado fuera una máquina burocrática gigantesca con mucha gente haciendo las mismas cosas malamente. Como si fuéramos los dirigentes que durante años negaron la crisis. Como si fuéramos culpables de que las Autonomías gasten sin miramientos en pos de afianzar sus propios Imperios dentro del Estado. Como si fuéramos aquellos políticos que gastaron y gastaron como si el dinero cayera espontáneamente del cielo. Como si fuéramos los culpables de que el sistema financiero saltara por los aires. Como si fuéramos los banqueros que mintieron, manipularon, robaron y luego se fueron con indemnizaciones millonarias. Como si fuéramos culpables de todas las catástrofes económicas que han ocurrido en los dos últimos años. Como si fuéramos los especuladores que están jodiendo salvajemente al país en los Mercados internacionales.
Y somos trabajadores. No somos dirigentes, ni políticos, ni banqueros, ni mucho menos especuladores. Tenemos una nómina que cobrar y un horario de trabajo que cumplir… punto pelota. No somos ladinos, se nos ve desde lejos porque vamos en traje de faena. No mentimos, no manipulamos, no gastamos lo que no tenemos, no subvencionamos a nuestros aliados, no enchufamos a nuestros amigos, no creamos un entramado laberíntico de empresas en las que meter mano. Las decisiones no las tomamos nosotros, ni la gestión de los fondos nos corresponde, ni tampoco controlar el funcionamiento de la máquina burocrática  estatal, no fuimos nosotros los que montamos el tinglado de las autonomías, no inventamos los mecanismos de control de la Banca que luego otros se saltaron a la torera. No hicimos nada de eso. Pero nos tratan como si hubiéramos cometido todos esos pecados, como si fuéramos poco menos que criminales. No hicimos eso ni fomentamos la burbuja inmobiliaria, ni tiramos el dinero en un plan infame para arreglar aceras y calles, ni tampoco regalamos el dinero a reyezuelos en países bananeros, no abrimos embajadas, no gastamos inmensas fortunas en subvencionar a todo lo que se menea, tampoco enchufamos a todos los pelotas y chupópteros que pululaban por nuestra alrededor, no mandamos al paro a más de 5 millones de personas. No hemos hecho nada malo, solo nos hemos dedicado a trabajar durante todos estos años.
Nosotros nos dedicábamos a lo nuestro, el trabajo, el horario y cobrar religiosamente nuestra nómina. Porque hemos ganado cada miserable euro de la misma, cada fin de semana, cada festivo, cada Navidad, Fin de año y Reyes, haga sol o caigan chuzos de punta. Ahí estamos, al pié del cañón. Y sin embargo, nos hacéis parecer ante la opinión pública como si fuéramos los malos de la peli, nos hacéis pasar por los culpables de esto, por insolidarios o irresponsables. Nos tratáis como si fuéramos los culpables de esto. Quieren arreglar sus fallos, sus mentiras y equivocaciones con nuestro trabajo, con nuestras vidas. Ellos no se privan de nada. Ellos no se recortan o el recorte es nimio y ni roza su abultado bolsillo de ingresos. Sin embargo a nosotros nos negáis el pan y la sal, la decencia de llegar a fin de mes con solvencia. Somos vuestra cabeza de turco, vuestro chivo expiatorio. Nos estáis jodiendo a base de bien.  
Vosotros gestionáis mal, pagamos nosotros. Vosotros mentís como bellacos, el recorte del sueldo es para nosotros. Se gasta más en sueldo de políticos, asesores, gestores, administradores, jefes y consejeros; pero no importa, el tijeretazo se lo lleva el obrero de a pié, el que se bate el cobre cada día con la gente. Una parte de la Banca, la que estaba politizada, se va a pique; no hay problema se la rescata pero a costa de sodomizar violentamente a los trabajadores públicos. Aquí no hay justicia ni sucedáneo que se le parezca. Los jefes os ponéis a salvo y sacrificáis en la horca a los indios, a los trabajadores. Pero tarde o temprano, esto os estallará en toda la cara porque ustedes que no os ensuciáis las manos con el trabajo terminareis siendo los únicos dentro del sistema y tendréis que trabajar para poneros luego las medallas. Y alguien tendrá que atender lo público. Y seréis vosotros los únicos que estéis porque ya habréis matado a todos los esclavos a latigazos. La pirámide la tendréis que terminar vosotros.
Durante años la clase política ha hecho su trabajo de manera nefasta y horrible, nada más que manipulaciones y mentiras, tirando el dinero sin miramientos. Durante años la casta burocrático-administrativa que emana de la anterior ha naufragado sin remisión. Tanto Experto y Master en administración de empresas y gestión de calidad y resulta que el sistema público se ha ido al garete. No tenéis ni idea de lo habéis hecho, pero lo cierto es que ahora pagamos nosotros los platos rotos. La única medida que se os ocurre es saquear como bandidos nuestras nóminas, fruto de nuestro trabajo. La cagáis vosotros pero la mierda la limpiamos nosotros. ¡No tenéis vergüenza! Ninguno de nosotros, trabajadores públicos, tenemos responsabilidad alguna en la crisis, mucho menos en su manejo tan desafortunado e ineficaz. Y sin embargo vamos a ser los que la paguemos. Esta carga habría que repartirla de otro modo, que otros también se apretaran los cinturones. Nosotros pagamos una parte, lo que nos corresponde; pero no toda, no todo el esfuerzo y el sacrificio tienen que caer sobre nosotros. Que también tenemos rostro, tenemos familia e hijos y queremos llegar a final de mes con dignidad y holgura. Nos estáis diciendo en toda la cara que la habéis cagado pero que vosotros os quedáis tranquilos, que la puñalada es para nosotros, que los despidos son para nosotros, que los recortes de sueldo por vuestra ignominia son para nosotros. Que vosotros seguís con vuestros privilegios pero nosotros tenemos que renunciar a las vacaciones, a un coche cómodo para salir en carretera, a clases para nuestros hijos, al gimnasio para estar en forma, a esas cosas que hace la gente normal y corriente después de pagar todo lo que hay que pagar. Y algunos ni eso, algunos no vamos a poder ni pagar siquiera lo mínimo indispensable para vivir. Y la mayoría de nosotros no vivimos en mansiones, ni tenemos coches de alta gama, ni vamos a 5 estrellas, ni mandamos a nuestros hijos a las Universidades privadas. La mayoría de nosotros no vivimos de lujo, vivimos digna y holgadamente. ¡Tenemos derecho a hacerlo, después de tantos años de esfuerzo y trabajo! No nos habéis regalado nada con los aumentos de sueldo de los últimos años. Lo merecíamos en justicia. Y ahora esta riada mezquina, esta inundación horrible, perpetrada por todos vosotros, se lleva lo nuestro, lo que nos corresponde.
Que sepáis, y creo que lo sabéis, que nos estáis jodiendo la vida, que estáis terminando con nuestro bienestar pero, sin embargo, ni tocáis vuestros privilegios. ¡Depreciable!

Fco. Javier Benítez Rubio
Diplomado en Enfermería
Licenciado en Filosofía