Tengo ojos en la cara, para ver lo que está
pasando. Me quedan neuronas en mi cerebro para entender lo que ocurre. Me queda
ética para aceptar el compromiso de que hay que perder poder adquisitivo para
salir de ésta. Está claro, que sin arrimar el hombro no se sale adelante, que
sin el sufrimiento de muchos no se saca el país del atolladero. Sé, de sobra,
que sin sacrificios no hay salida de la crisis, que hay que apretarse el cinturón,
que hay que aceptar ciertos recortes, que hay que pagar más. Todo eso lo sé, lo
conozco y lo entiendo. No soy insensible, ni tan mala persona como para
quitarme de en medio, escurrir el bulto, soslayar mi responsabilidad como
ciudadano. Yo estoy a la altura, vosotros los políticos no lo estáis. Como decía,
todo eso lo sé, lo conozco y lo entiendo, pero tiene que haber un límite, una
frontera equitativa.
Y no la están poniendo. No sólo no la
ponen, es que además, se están cebando con nosotros, los trabajadores públicos.
Nos están pegando tal hachazo que parece como si fuéramos los culpables de la
crisis y que nuestras espaldas tienen que llevarse la peor parte de los
latigazos. Como si fuéramos los culpables de que el Estado fuera una máquina
burocrática gigantesca con mucha gente haciendo las mismas cosas malamente. Como
si fuéramos los dirigentes que durante años negaron la crisis. Como si fuéramos
culpables de que las Autonomías gasten sin miramientos en pos de afianzar sus
propios Imperios dentro del Estado. Como si fuéramos aquellos políticos que
gastaron y gastaron como si el dinero cayera espontáneamente del cielo. Como si
fuéramos los culpables de que el sistema financiero saltara por los aires. Como
si fuéramos los banqueros que mintieron, manipularon, robaron y luego se fueron
con indemnizaciones millonarias. Como si fuéramos culpables de todas las catástrofes
económicas que han ocurrido en los dos últimos años. Como si fuéramos los especuladores
que están jodiendo salvajemente al país en los Mercados internacionales.
Y somos trabajadores. No somos dirigentes,
ni políticos, ni banqueros, ni mucho menos especuladores. Tenemos una nómina que
cobrar y un horario de trabajo que cumplir… punto pelota. No somos ladinos, se
nos ve desde lejos porque vamos en traje de faena. No mentimos, no manipulamos,
no gastamos lo que no tenemos, no subvencionamos a nuestros aliados, no
enchufamos a nuestros amigos, no creamos un entramado laberíntico de empresas
en las que meter mano. Las decisiones no las tomamos nosotros, ni la gestión de
los fondos nos corresponde, ni tampoco controlar el funcionamiento de la máquina
burocrática estatal, no fuimos nosotros los
que montamos el tinglado de las autonomías, no inventamos los mecanismos de
control de la Banca que luego otros se saltaron a la torera. No hicimos nada de
eso. Pero nos tratan como si hubiéramos cometido todos esos pecados, como si fuéramos
poco menos que criminales. No hicimos eso ni fomentamos la burbuja inmobiliaria,
ni tiramos el dinero en un plan infame para arreglar aceras y calles, ni
tampoco regalamos el dinero a reyezuelos en países bananeros, no abrimos
embajadas, no gastamos inmensas fortunas en subvencionar a todo lo que se
menea, tampoco enchufamos a todos los pelotas y chupópteros que pululaban por
nuestra alrededor, no mandamos al paro a más de 5 millones de personas. No
hemos hecho nada malo, solo nos hemos dedicado a trabajar durante todos estos
años.
Nosotros nos dedicábamos a lo nuestro, el
trabajo, el horario y cobrar religiosamente nuestra nómina. Porque hemos ganado
cada miserable euro de la misma, cada fin de semana, cada festivo, cada Navidad,
Fin de año y Reyes, haga sol o caigan chuzos de punta. Ahí estamos, al pié del
cañón. Y sin embargo, nos hacéis parecer ante la opinión pública como si fuéramos
los malos de la peli, nos hacéis pasar por los culpables de esto, por
insolidarios o irresponsables. Nos tratáis como si fuéramos los culpables de
esto. Quieren arreglar sus fallos, sus mentiras y equivocaciones con nuestro
trabajo, con nuestras vidas. Ellos no se privan de nada. Ellos no se recortan o
el recorte es nimio y ni roza su abultado bolsillo de ingresos. Sin embargo a
nosotros nos negáis el pan y la sal, la decencia de llegar a fin de mes con
solvencia. Somos vuestra cabeza de turco, vuestro chivo expiatorio. Nos estáis
jodiendo a base de bien.
Vosotros gestionáis mal, pagamos nosotros.
Vosotros mentís como bellacos, el recorte del sueldo es para nosotros. Se gasta
más en sueldo de políticos, asesores, gestores, administradores, jefes y
consejeros; pero no importa, el tijeretazo se lo lleva el obrero de a pié, el
que se bate el cobre cada día con la gente. Una parte de la Banca, la que
estaba politizada, se va a pique; no hay problema se la rescata pero a costa de
sodomizar violentamente a los trabajadores públicos. Aquí no hay justicia ni sucedáneo
que se le parezca. Los jefes os ponéis a salvo y sacrificáis en la horca a los
indios, a los trabajadores. Pero tarde o temprano, esto os estallará en toda la
cara porque ustedes que no os ensuciáis las manos con el trabajo terminareis
siendo los únicos dentro del sistema y tendréis que trabajar para poneros luego
las medallas. Y alguien tendrá que atender lo público. Y seréis vosotros los únicos
que estéis porque ya habréis matado a todos los esclavos a latigazos. La pirámide
la tendréis que terminar vosotros.
Durante años la clase política ha hecho su
trabajo de manera nefasta y horrible, nada más que manipulaciones y mentiras,
tirando el dinero sin miramientos. Durante años la casta burocrático-administrativa
que emana de la anterior ha naufragado sin remisión. Tanto Experto y Master en administración
de empresas y gestión de calidad y resulta que el sistema público se ha ido al
garete. No tenéis ni idea de lo habéis hecho, pero lo cierto es que ahora
pagamos nosotros los platos rotos. La única medida que se os ocurre es saquear
como bandidos nuestras nóminas, fruto de nuestro trabajo. La cagáis vosotros
pero la mierda la limpiamos nosotros. ¡No tenéis vergüenza! Ninguno de nosotros,
trabajadores públicos, tenemos responsabilidad alguna en la crisis, mucho menos
en su manejo tan desafortunado e ineficaz. Y sin embargo vamos a ser los que la
paguemos. Esta carga habría que repartirla de otro modo, que otros también se
apretaran los cinturones. Nosotros pagamos una parte, lo que nos corresponde; pero
no toda, no todo el esfuerzo y el sacrificio tienen que caer sobre nosotros.
Que también tenemos rostro, tenemos familia e hijos y queremos llegar a final
de mes con dignidad y holgura. Nos estáis diciendo en toda la cara que la habéis
cagado pero que vosotros os quedáis tranquilos, que la puñalada es para
nosotros, que los despidos son para nosotros, que los recortes de sueldo por
vuestra ignominia son para nosotros. Que vosotros seguís con vuestros
privilegios pero nosotros tenemos que renunciar a las vacaciones, a un coche cómodo
para salir en carretera, a clases para nuestros hijos, al gimnasio para estar
en forma, a esas cosas que hace la gente normal y corriente después de pagar
todo lo que hay que pagar. Y algunos ni eso, algunos no vamos a poder ni pagar
siquiera lo mínimo indispensable para vivir. Y la mayoría de nosotros no vivimos
en mansiones, ni tenemos coches de alta gama, ni vamos a 5 estrellas, ni
mandamos a nuestros hijos a las Universidades privadas. La mayoría de nosotros
no vivimos de lujo, vivimos digna y holgadamente. ¡Tenemos derecho a hacerlo,
después de tantos años de esfuerzo y trabajo! No nos habéis regalado nada con
los aumentos de sueldo de los últimos años. Lo merecíamos en justicia. Y ahora
esta riada mezquina, esta inundación horrible, perpetrada por todos vosotros,
se lleva lo nuestro, lo que nos corresponde.
Que sepáis, y creo que lo sabéis, que nos
estáis jodiendo la vida, que estáis terminando con nuestro bienestar pero, sin
embargo, ni tocáis vuestros privilegios. ¡Depreciable!
Fco.
Javier Benítez Rubio
Diplomado en Enfermería
Licenciado en Filosofía