11 de septiembre de 2012

Un largo título para una pequeña fábula de cómo una y la misma situación incide de modo distinto en la vida y el pensamiento de las personas.

Esta es la pequeña historia de dos hermanos que desde niños pasaban la mayor parte del tiempo juntos y solos en casa. Sus padres trabajaban casi todo el día y por desgracia pasaban muy poco tiempo con ellos. Había cariño y estaban arropados por los suyos, pero las cosas no iban bien y por momentos vivían entre penurias. En la calle, otros niños se reían de ellos por el simple hecho de ser pobres. Hacían chistes groseros sobre sus padres. Les insultaban, les ponían motes. No tener zapatillas deportivas de marca era un pecado muy grave en aquella parte de la calle, y se lo recordaban constantemente. El tiempo pasó, la sangre no llegó al río y los niños se convirtieron en hombres hechos y derechos, con sus estudios, sus trabajos, sus propias familias. Estas vivencias fueron conformando sus caracteres y, en parte, su pensamiento (eso que unos llaman ideologías) y así fueron diseñando sus vidas. 
Lo que uno de ellos sacó de todo aquello puede resumirse en la célebre frase de Escarlata O´Hara:  "A Dios pongo por testigo que no volveré a pasar hambre". Él decidió que trataría por todos los medios a su alcance de poner su vida en la antípoda de donde pasó su infancia. Es mejor ser rico que pobre. Hay que hacer todo lo posible por medrar y salir de hoyo, luchar para que sus hijos tuvieran lo que él no tuvo. 
Lo que el otro sacó de todo aquello puede resumirse en una cita de Montesquieu: "Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad". Él decidió que pondría todos los medios a su alcance para que nadie más pasara por lo que él pasó. Había que ajustar cuentas con el rico insolidario e injusto. Hay que hacer todo lo posible para que no haya ricos ni pobres, para que no haya ricos que se aprovechen de los pobres. Luchar por un sociedad justa en la que sus hijos no pasaran por el escarnio de la desigualdad.
Ambos dos viviendo casi la misma vida. Sin embargo, ésta encaminó a cada uno  hacia un sitio distinto. O quizás no fuera la mano invisible del destino quien lo hizo sino la decisión firme de la voluntad de cada cual. No se sabe a ciencia cierta, no había nadie para hacer una foto de ese momento clave. 
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Por supuesto que no hay moraleja alguna. Cada uno que piense lo que quiera, que cada uno le ponga etiquetas a cada personaje, que cada cuál decida adjetivar las consecuencias de los actos y pensamientos de esas personas. Soy de los que entiende que una gran parte de lo que se piensa y se elige es decisión voluntaria y a conciencia y que una menor parte de lo que pensamos o hacemos con la vida que vivimos es fruto de los pequeños detalles que no dependen de nosotros, o sea del azar y de la fortuna. Soy de los que entiende que las cosas  de la vida son más cuestión de mezcla que de puridades. Por ejemplo, decidí cierto día en mi adolescencia que iba a ser del Real Madrid, decisión que mantuve con el transcurrir de los años. Las razones por las que me hice de éste y no del Barca las encuentro en que el Madrid era un equipo ganador, de brillante palmarés y que jugaba muy bien al fútbol. Metía mucho goles y perdía muy pocos partidos. Apostar a caballo ganador es una tabla de salvación mental  fabulosa en esa edad. Aquello que apoyas te llenará de ilusiones y cosas positivas, de victorias que te harán sentir bien. No descarto, ni mucho menos, que otra razón tuvo que ser una cierta rebeldía antipaterna, ya que mi padre siempre ha sido muy culé y hablaba maravillas de aquel Barca de Cruyff. En esa tierna, y difícil, época, lo mismo que quieres a tu padre le mandarías a tomar fanta por pesado (y el hombre 'sólo' hacía su 'trabajo', por el que estoy eternamente agradecido). Cierta pose rebelde me empujaba a ser algo distinto a lo que él era. Pero también recuerdo un detalle, tal vez insignificante, tal vez importante, no tengo una máquina para medir esas cosas, que ocurrió mucho antes en mi infancia. Un tío me regaló una equipación completa del Madrid, con el número 8 creo recordar (mi madre se acuerda seguro). Y vestido de blanco completo me veía tan bien, tan fulgurante, tan cómodo, tan especial y radiante, que no quería ser de otro equipo que no fuera del Madrid, porque aquello me hacía sentirme fantástico.
¿Qué es lo que nos mueve? ¿Porqué elegimos lo que elegimos? ¿Qué es lo que hace que nos hagamos de una cosa o de otra, que nos decantemos por un tipo de vida u otro? Hay una mezcla curiosa e infinita de decisiones racionales, pasionales y casualidades de la vida, (casi) todas comprensibles si hacemos caso a Protágoras: "El hombre es la medida de todas las cosas". No somos puros, somos una mezcla de muchos elementos. Tan humana es la razón como la sinrazón, a los humanos nos afectan tanto las casualidades  del azar como las cosas premeditadas, estamos en el centro y todo lo que nos ocurre, aunque sea a uno sólo de nosotros, ya es humano, algo normal y posible. Lo extraordinario es no darse cuenta de esto, me parece. No hay nada anómalo en ser de uno u otro equipo, en pensar en uno mismo como de una u otra ideología. Lo anómalo es negar las razones y los sentimientos de los demás cuando no se distinguen mucho de los propios.