23 de agosto de 2013

Reflexiones patibularias 61

No me gusta nada -pero ni un pelo, vamos- que un club de fútbol se gaste ni 93 ni 97 ni 99 millones en un jugador. Me agrada poco que, además, sea el equipo de mis amores.
Ahora bien, la existencia de esos millones, que se hayan juntado unos pocos para reunirlos, es posible sola y exclusivamente para eso y no para otra cosa, digamos que social o alruísta. 
En fin, esto va como va... Y en China venden camisetas a 80E como si fueran paquetes de pipas. Y C+ lanza una ofensiva para que la gente se abone y vea el domingo el partido. Esos 93 o 97 o 99 generan otros tantos en determinados lugares que nunca, ni de refilón, llegarían a la ciudadanía. No seamos infantiles, o para eso o para nada más.
Si la gente no fuera a los estadios, si dejaran de comprar camisas y otro merchandaising, si dejaran de ver el PPV, etc... entonces no se gastarían ese dinero por esa persona. Pero, ¿realmente alguien es capaz de imaginar una realidad sin estadios llenos, sin camisas ni banderas, sin el partido del domingo? Vamos, yo no le veo, sinceramente. Una realidad con todo esto lleva a una realidad en la que se gastan ese dinero por esta persona. Habría que cambiar todo esto para que no ocurriera aquello. Que yo sepa, hasta la fecha nadie ha sido capaz de mover montañas. Después de golpes de pecho y de rasgarse las vestiduras escandalizados, hay que ir aprendiendo a mirar con ojos abiertos el mundo en el que vivimos. No más.