24 de febrero de 2013

Masa Crítica

Reflexiones Patibularias 53
LIII

The Storm is coming... esta primavera... ¿cuánta gente va a tirarse a la calle?, me pregunto... ya se intentó hace unos años y los resultados no fueron los esperados por los que trataron de hacer el tsunami... no llegaron a alcanzar la masa crítica... esta primavera lo volverán a intentar... veremos qué pasa...
Llevo algún tiempo dándole vueltas a este concepto, el de 'masa crítica'... es un término que viene de la física pero que es aplicable a la sociología y a la política. Allí, significa la cantidad mínima de material necesario para mantener una reacción nuclear en cadena. Aquí, significa la cantidad de personas que hacen falta para que un fenómeno concreto tenga lugar.
Pensemos por ejemplo en la corrupción de los políticos que padecemos por desgracia. ¿Diríamos con razón que todos los políticos son asquerosamente corruptos? Parece que no, aunque el cuerpo te pide una respuesta visceral. Pero si pudiéramos mirar caso por caso veríamos que sí hay muchos políticos corruptos y algunos otros que no lo son. Por un lado tenemos la cuestión del foco, que sólo ilumina al lugar donde se reúnen los cuervos. Y por otro, tenemos la cuestión de la masa crítica, ese número de políticos (que nadie sabe si son muchos o pocos) sí son los suficientes [masa crítica] para que el tono general de la política española sea una mierda, básicamente.
¿Cuánta gente hace falta en la calle para que cambien las cosas? ¿Dónde está la masa crítica, sabiendo lo que ya pasó la otra vez y fue insuficiente? Ha pasado más tiempo, hemos sufrido más recortes y hay más gente cabreada que antes. Y los que antes ya estaban cabreados ahora lo están más todavía. No sabemos cuánto, pero estamos más cerca de la masa crítica que hace algunos años. El problema para llegar a esa masa crítica está en determinar qué se hace en la calle. Si la tormenta que está en ciernes va a ser una protesta civil o se va a generar violencia. Hay mucha gente que quiere saber qué es lo que va a pasar aquí: si esto es una cuestión de protestar y manifestarse con contundencia o va a hacer falta algo más. Porque no todo el mundo está dispuesto a una revolución, ni todo el mundo está preparado para una rebelión. Esto son palabras mayores, la violencia a palo seco son palabras mayores. Sigue habiendo mucha gente que tiene hijos, familia, trabajo, propiedades, unos ahorrillos y tal a los que la idea de un golpe de Estado popular no les hará mucha gracia. En el imaginario colectivo de nuestro país sigue estando muy presente aquello de levantamiento, la guerra civil y demás.
Mi hipótesis es esta: cuanto más apocalíptica se vuelva la protesta más difícil será llegar a la masa crítica para cambiar las cosas. La gente está muy cabreada con lo que tiene encima pero la idea de la violencia descarnada o perder la vida en medio de una barricada en la calle no le seduce. Si tiene que elegir entre lo malo y lo peor decide por lo malo, seguir jodido con lo que está pasando porque es mucho peor sufrir la violencia física directa. Ahora bien, el número de gente que no tiene nada que perder y se tiraría a la calle, o se iría a una revuelta popular golpista y revolucionaria (sí, aquí en la España del s. XXI) crece un poco cada día. Aquí también hay una masa crítica en ciernes y puede llegar el momento, si nada cambia, que ese número de gente que no tiene nada que perder sea lo suficiente como para que tengamos un buen puñado de kamikazes sueltos por nuestras calles. Alguien me dirá que soy un exagerado... Bueno... yo digo que ya hemos vivido muchos caso donde la realidad rebasa con creces a la ficción. Y esto era un disparate hace años pero ahora está más cerca. Puede llegar el momento en que haya algunos que no quiera suicidarse por perder su casa (y su vida, claro) y termine haciendo algo más 'potente'. Y no digo más, que todos tenemos ojos y entendimiento para saber lo que hay.
Alguna cabeza que está ahí dentro de la alta política y dentro del Gobierno tiene que tener los ojos abiertos a esto que pasa y tratar de cambiar las cosas y de oír a la gente de la calle o se encontrará con una marea de violencia sin parangón en la historia social de nuestro país. 
Termino. Un apunte final, sobre la marmita donde se está cociendo a fuego lento la tormenta: la red. Está será una de las claves del éxito o del fracaso de la tormenta. No hay mucho más que decir sobre los medios de comunicación clásicos y su 'forma' de informar. Hacen caso a la etimología de la palabra: in-formo es modelar, dar forma en latín. Mucha gente, una masa crítica de gente, se ha tirado al monte con internet y saca la información de allí, pensando que es en la red virtual (paradojas de la vida) donde se puede obtener el visionado real de la realidad. Y ahora el mundo no está dividido en clases socioecnómicas sino entre los que 'navegan' y los analfabetos informáticos. La red es un potente pharmakon (el concepto no es mío, es del filósofo italiano G. Vattimo). Que lo mismo sirve para que nos emancipemos y nos hagamos adultos responsables y conscientes de lo que pasa alrededor, que sirve como lenitivo opiáceo para sedarnos y dejarnos tranquilos y mansos. Aquí Marx sigue vivo, ¡quién lo diría! el nuevo opio del pueblo es internet. El proletariado mundial nunca se unió, pero las masas al final sí se terminaron uniendo para tener su perfil en el facebook y hacer multimillonarios a un puñado de gringos. Pasar de la acción del teclado a la calle es, a día de hoy, poco menos que una utopía. La clase otrora obrera es ahora consumidora de horas y horas de internet, que lo mismo pasa horas y horas jugando a la granja del facebook, que colgando fotos de autoayuda y new age, que incendiándose por la injusticia que sale en un video viral del youtube. De aquí tiene que salir la masa crítica de los revolucionarios. En sus casas puede faltar muchas cosas, haber pobreza de verdad, pero no puede faltar ni la banda ancha, ni el smartphone, ni la tablet, ni cosas por el estilo. Es cierto que crece en la gente el sentimiento de que tienen que revelarse, de hacer algo para que cambien las cosas... pero desde la pantalla del ordenador... ¡Ese es nuestro mundo, el mundo de la tormenta!