29 de julio de 2013

Reflexiones patibularias 60

LX

En las distancias cortas no nos gana nadie en entrega y pundonor. Y no hablo de fútbol hablo de humanidad. Quedó demostrado el otro día en los primeros momentos tras el accidente. La gente se tiró a la calle a ayudar, a donar sangre, a trabajar gratis en el Hospital, etc.
Pero luego están los chacales y los carroñeros, que en eso tampoco nos gana nadie. Ese cierto espíritu patrio de devorarnos como si fuéramos carroña, autofagocitándonos a nosotros mismos sin misericordia. Huele a podrido, este país huele a podrido. Todavía no se ha dado digna sepultura a los fallecidos, todavía la justicia no ha terminado sus labores propias y ya están los de siempre dándose la grande. La clase política y los medios de comunicación son un pozo hediondo de magnitudes homéricas. Y las redes sociales no hace sino avivar un fuego calentito, en una situación ya de por sí fea de narices. Si algunos piensan que metiendo mierda en el asunto la cosa irá mejor, están equivocados. Meter mierda hace que haya más mierda todavía, solo eso; ahora salimos a más mierda por cabeza.
Unos lo utilizan para defenderse, otros lo utilizan para atacarse. ¡Chacales¡ Unos se ponen medallas y otros se ponen a criticar. ¡Carroñeros! Y que hiervan las redes sociales con fotos, dibujos y viñetas en internet... ¡Qué se mueve la mierda!
Hemos perdido la paciencia de esperar a que las cosas salgan según su curso, según sus formas, y a que la gente haga su trabajo. Hemos perdido la confianza en que esa gente haga bien su trabajo. Unos la han perdido al dar por supuesto que detrás habrá, sí o sí, mentira segura. Otros la han perdido al dar por supuesto que están maquinando en su contra. Y muchos otros a decir chorradas por el Facebook, que para eso está, para decir toda clase de chorradas sin dar la cara. 
En ningún sitio como otro se enmascara mejor el odio en forma de broma o de crítica indignada. En eso tampoco nos gana nadie, en odiar con fuerza todo lo que odiamos. Veo cada vez, con más claridad, que lo que late tras las ideologías y las siglas de los partidos no es un discurso racional que apele, por lo menos, al sentido común y a lo razonable, sino a toda suerte de emociones primarias. Los medios de comunicación y las redes sociales, por desgracia, magnifican amplificando esas emociones tan destructivas, que tan poca utilidad tienen en estos momentos difíciles. No nos centramos en la tarea sino en echarnos cosas a la cara. Los muchos programas y tertulias que se ven estos días hablando de este asunto, las portadas y editoriales de los rotativos y las noticias de la radio, la red infinita, rezuman odio y animadversión de unos frente a otros. Están haciendo una croqueta inmensa, tras el leve rebozado, esos argumentos políticos e indignación crítica, encontramos una masa de engrudo vulgar y pastosa.
¿No cansa vivir en una sociedad donde las gentes anónimas de Angrois y de Santiago conviva con los carroñeros? Yo estoy hasta las narices, la verdad.