7 de septiembre de 2013

Reflexiones patibularias 62

LXII

     Alegrarse de la desgracia ajena ya está feo, pero alegrarse de la desgracia propia no tiene nombre.

     Se puede estar a favor, se puede estar en contra, hay motivos más que suficientes para estar a favor y para estar en contra, y que cada cual escoja sus favores y sus motivos. Ahora bien, el ansia ésta de jodernos unos a otros hasta las trancas ya traspasa fronteras, y se nota. Y cómo pueden otros confiar en nosotros si nosotros mismos no hacemos más que atacarnos, enfrentarnos, sacarnos los trapos sucios de hace 50 años. Viviendo en este continuo y extraño estado de ánimo social a mitad de camino de la depresión y el odio.

     También digo otra cosa, más bien me planteo una duda, y es que porqué en otras latitudes de la Humanidad aprender de los errores es una de las virtudes más buscadas, centrarse en el problema en vez de buscar culpables, y aquí no....