13 de noviembre de 2013

Llueve para todos.

Reflexiones Patibularias 67


LXVII


Nunca llueve a gusto de todos. Es un refrán al que llevo dándole vueltas estos últimos días. Este perla de nuestro pensamiento popular me da pié a pensar en otras cosas. ¿Qué efecto real tiene nuestra indignación para cambiar la sociedad en la que vivimos? Muy poco, apenas nada. Y me acuerdo de aquel anuncio de neumáticos Pirelli donde salía Carl Lewis, cuyo eslogan era 'La potencia sin control no sirve de nada'.
Hay tanta potencia en la indignación de la gente, pero tan caótica y descontrolada, que no sirve para nada. Es una pérdida de energía vital increíble, el cabrearse e indignarse de este modo, para que luego todo siga igual que antes. O peor aun, que alguien utilice y canalice para sus intereses toda esa pasión. O peor aun al cuadrado, que alguien sepa que toda esa indignación descontrolada no sirve para nada. Y lo saben... ellos saben que cuantos más motivos tengamos para enfadarnos, menos tiempo pasaremos enfadados porque no hay suficiente energía para cabrearse por todo. Y, además, nos entregan un lugar donde volcar toda nuestra indignación y frustración: las redes sociales. Lo que ocurre realmente es que ésta se diluye y desaparece.
A ver si me explico con ejemplo sacados de las redes sociales, que se han convertido en el vomitorio donde cada uno deja lo que le parece mal. Es el pushing-ball donde podemos desahogarnos. Ya no es la plaza del pueblo, o el estadio de fútbol, ni otros lugares públicos. La indignación sale cuando muchos se sientan delante del ordenador, con la privacidad y en el secreto de la oscuridad, se pone a dar a diestro y siniestro. Pensando que desahogarse, que despotricar, insultar y vejar, es lo mismo que indignarse.
Hay cientos de casos para escoger. Lo de Barcenas, por ejemplo. Centenares de cosas se cuelgan por internet, bromas, parodias, fotomontajes, insultos, vídeos, etc., lo que se nos ocurra seguro que lo encontramos. Y de ahí se abre una puerta para atacar al partido del gobierno, al PP y a los conservadores y todo aquello que se les acerque siquiera. Miles de enemigos se montan en internet para meterles fuego.  Otro ejemplo, los ERE de Andalucía. Centenares de cosas se cuelgan por internet, bromas, parodias, fotomontajes, insultos, vídeos, etc., lo que se nos ocurra seguro que lo encontramos.Y de ahí se abre una puerta para atacar al PSOE, y a la progresía y todo aquello que se les acerque siquiera. Miles de enemigos se montan en internet para meterles fuego, a discreción, sin pausa, ni control ni misericordia. Pero es que a gente como González, Aznar y Zapatero que ya no están en 'activo' siguen siendo vejados regularmente, por los muchos enemigos acumulados en sus años activos. ¡Quién no ha visto el vídeo ese de la película de Hitler pero modificado para protestar por algo en concreto! Hay cientos de posibilidades....   
Y seguimos poniendo ejemplos, la Gürtel, lo de Fabra, el Bigotes, lo de los trajes, Nóos, los miles de casos de corrupción política de TODOS los partidos, lo del aumento de los impuestos y el IVA, lo del cumplimiento o no de las promesas electorales, la reforma laboral, lo de Madrid-Vegas, las SICAV, los gorrones Borbones, los desahucios, los escraches, lo de los sindicatos en Andalucía, la Ley Wert, el recorte en las Erasmus, Botella y la cagada olímpica, lo del Tribunal de Estrasburgo y la 'Ley Parot', el trato de favor a la Infanta en el caso Urdangarín, lo de Bankia y la CAM, lo de las Preferentes, lo de Canal 9, lo de Bolinaga y el trato de favor a los etarras, lo de si hemos salido o no de la crisis y la recesión, la tibieza de las penas de cárcel en el país, la inoperancia de policías, fiscales y jueces en casos como los de Marta del Castillo, la huelga de basura, la actuación de los Mossos, los coletazos que quedan del 11M, el Faisán, el cambio o no de la Ley del Aborto, la independencia de Cataluña, el cumplimiento o no del techo de gasto de las Comunidades Autónomas, el copago, las ayudas a la dependencia que no pagan ni unos ni otros, los recortes a los trabajadores públicos, el ataque a los público, la poca ayuda a los emprendedores, lo público mal gestionado por gente enchufada, los 100 kilos de Bale, y lo nuevo que sale hoy: la sentencia del Prestige. Y así podemos estar hasta mañana. Y siempre encontramos una cuantas coletillas que se repiten: ¡Qué vergüenza de país!, ¡Esto es insultante!, ¡Qué escándalo!, ¡Siempre igual!... y muchas más de este estilo.
Es una enorme montaña de asuntos por los que indignarse. Y claro, ¿tenemos energía suficiente para indignarnos por todo esto? Además no hay unión entre los indignados. Hay muchas de las indignaciones que son contrarias. Muchos de los que están indignados por lo de Barcenas, les importa un pimiento lo de los ERE. Son votantes del PSOE y lo que hacen estos nunca les parece tan malo como lo que hacen los del PP, y viceversa. Muchos de los que están indignados por lo de la Ley Wert, les importa un carajo que salgan a la calle violadores y pederastas. Los que ayer estaban muy cabreados por lo del Prestige, la semana pasada se partían el pecho con la sentencia de Estrasburgo. Así puedo estar media hora poniendo ejemplos. Hasta aburrir. 
Y empiezan a establecerse jerarquías en la indignación. Por quién tiene más derecho a estar indignado si los tigres o los leones, los tirios o los troyanos. Y establecidas las jerarquías empiezan unos a indignarse contra los otros porque no se indignan por lo que hay que indignarse. De la indignación por los problemas se pasa a la indignación de unos contra otros. 
¡Premio!, la indignación se ha desactivado porque ahora pagas el cabreo con tu vecino del facebook al que insultas porque no se indigna por las mismas cosas que tú te indignas.