27 de febrero de 2014

Secretos y misterios

Los secretos tienen respuesta. Los misterios no la tienen. A los secretos podemos buscarles explicaciones, a los misterios no.
Cuando alguien accede a un misterio, y logra comprender lo que hay detrás, éste desaparece, se evapora. Y el que logra resolver el misterio toma posesión de un magnífico secreto cuya comprensión no quiere compartir. El secreto se degrada cada vez que se comparte, pierde su fuerza. Cuando todo el mundo posee esa comprensión el secreto también desparece.
Si alguien consiguiera descifrar los grandes misterios de nuestra existencia, el misterio de los dragones, o el de las estrellas, por ejemplo, se convertirían estos en el mayor de los secretos. Hay quien haría cualquier cosa por conservarlos. Recuerda, la posesión exclusiva de los secretos otorga un poder impresionante.

Maestro Mirssa de Boggelund



El Archipiélago de Boggelund.
Al norte del gran continente, en medio del frío y calmo mar, encontramos un archipiélago volcánico. Un puñado de islas abruptas, pero de gran riqueza, que acoge al pueblo de Bogge.   

24 de febrero de 2014

El ventilador

Una de las cosas que ha traído la crisis es lo que llamo 'el ventilador'. Es un daño colateral, más bien, que la empeora a la vez que la soluciona. Una coincidentia oppositorum de las buenas. 
Los trapos sucios han existido siempre. Lo mismo decimos de la corrupción, la prevaricación y el cohecho. No han caído del cielo en los últimos años. Dudo mucho que ninguna sociedad política y cultural de la Humanidad, a lo largo de la historia, no haya sido corrupta. Pero me ciño a lo nuestro. Durante mucho tiempo, en esa época de vacas gordas que ha durado décadas, los acontecimientos podían ocultarse, o callarse, o quedarse en un relato a medias, o agazapada en alguna esquina incluso, en algunos casos se llegaba hasta cambiarlos descaradamente. Incluso algunos casos no se publicitaban por temor a las consecuencias. No era una cuestión de responsabilidad ni mucho menos, era inoportuno o peligroso desvelar las tropelías. Había una especie de entente o de omertá en la que muchos callaban las miserias del contrario si éste callaba las suyas. Además estaba el miedo, las represalias y demás. Si no callabas o ibas a la calle, o al exilio, o perdías tu puesto, tu trabajo, o alguien llegaba por detrás y te desacreditaba, cuando no te mandaba al fondo del océano. No olvidemos que también se ocultaban las cosas por conveniencias: mucha gente sacaba más rédito de la mentira que de la verdad. Muchos han subido en el escalafón de los partidos, de la Judicatura, de la prensa siendo fiel y silencioso. ¿Dónde estaban los jueces y los fiscales en esos tiempos, y la prensa, dónde la opinión pública indignada?
¿Qué ha ocurrido? La crisis se ha llevado por delante el dinero que manaba a espuertas y que llegaba a muchos bolsillos. Ahora hay que competir por el poco dinero que queda y eso significa que hay que eliminar al mayor número de adversarios posibles. [Ponemos el ventilador]La crisis se ha llevado por delante el miedo que antes amordazaba a más de uno y de dos. Ahora hay kamikazes por doquier dispuestos a inmolarse si con eso se lleva por delante a más de uno. [Ponemos el ventilador] 
La crisis ha agigantado el fenómeno Internet y las redes sociales. Es la avalancha: tal cantidad de datos, de información, de opinión, de videos, de portales, de expertos, que es casi imposible filtrar la aguja de la paja. Hay mucha gente cabreada con ganas de desahogarse y de irse por los cerros de Úbeda. [Ponemos el ventilador] 
Los jueces mismos, también cabreados, como todos los trabajadores públicos, por los duros recortes comenzaron a abrir cajones y estanterías que antes tenían cerradas u olvidadas. Antes, o tenían miedo, o preferían callarse para no perder el favor del jefe político de turno que bien podría ascenderlo. Ahora, con la nómina más escueta han perdido el miedo y empiezan, por fin, a meter mano a la corrupción. [Ponemos el ventilador] 
Y la prensa amiga de unos y otros, que sigue siéndolo, pero con unos boquetes descomunales en sus cuentas. Ahora lo que vende es esta orgía tremenda, cual película de George A. Romero, de corrupciones. Es la nueva gasolina social, el cabreo y la indignación. Recuerden a Groucho Marx en aquel tren del lejano oeste, ¡más madera! Hay que darle combustible a la ciudadanía para que arda hasta sus más profundos cimientos en cabreo e indignación. El otro día fue lo de Granados, para el fin de semana hay que esperar un contraataque, de quien sea. [Efectivamente, ponemos el ventilador] 
Ponemos el ventilador, que saca todo el hedor, la porquería y las heces de nuestra sociedad. Una guerra de todos contra todos, de cornadas de indignación y cabreo, de ajuste de cuentas a navajazo limpio, donde nadie mide las consecuencias ni las cosas beneficiosas que se está llevando el fuego por delante. No estoy diciendo que no vayamos por esta senda; estoy diciendo que como precisamente hay que ir por esta senda, que Dios nos coja confesados cuando ardamos todos y que luego no venga nadie a lamentarse. Esto siempre ha sido una cuestión de venganza, no de justicia.
Y dijo Nerón, ¡qué arda Roma hasta sus cimientos! Y le dijeron: ¡qué estás haciendo, oh César! Y respondió: ¡Estoy creando un mundo nuevo, más limpio y puro, más auténtico, sin mácula! Y volvieron a decirle: ¡Cuando todo arda y perezca en el fuego y no quede nada que siquiera pueda resurgir de las cenizas, qué mundo será ese! Y Nerón sentenció: ¡Ese será el auténtico nuevo mundo, mi legado para la posteridad!

23 de febrero de 2014

Ananké, Moira, Fatum o Destino

Hay algo tremendo en el Destino. Y no es que esté escrito, que sea inevitable, que no tenga vuelta atrás. Al contrario, lo tremendo de la moira es que puede modificarse, que podemos cambiar el curso de los acontecimientos. Lo tremendo es que para poder cambiar el curso de los acontecimientos se necesita una gran cantidad de fuerza, de energía, de poder, de voluntad. 
Efectivamente, para cambiar el destino se necesita la violencia, una cantidad ingente de la misma, una descomunal calidad de violencia aun mayor que la que supone el fatum.
El destino no atiende a razones, hace caso omiso al sentido común, no habla el idioma de la lógica más contundente. Pero tampoco atiende a emociones o sentimientos, no habla el lenguaje del alma humana. Hay muy poca humanidad en el destino, casi nada. Rebasa las categorías de lo racional y de lo irracional, es más, el destino es su propia categoría. Y si no tenemos argumentos con los que contrarrestarlos, ni tenemos sentimientos con los que convencerlo, solo tenemos la voluntad de poder, la fanática determinación de destruirlo. Nos queda la violencia.
Y muy pocos saben manejarse en la violencia, muy pocos pueden y quieren hacer de la violencia la esencia de su vida. Muy pocos tiene la voluntad de poder lo suficientemente potente como para hacer frente a la ananké. Muy pocos tiene el alma de un dragón para asumir su destino: acabar con el destino sabiendo que tendrá que dar su vida para ello. Por eso el común de los mortales nos dejamos llevar por el destino, por los acontecimientos, como la hoja que mueve el viento; el instinto de conservación protege nuestra vida frente al destino. Sumisos, sí, pero vivos.

Maestro Mirssa de Boggelund.

21 de febrero de 2014

Walter Longmire



Nosotros conocemos a Longmire. Hemos estado durante dos años viendo qué clase de tipo es. Qué clase de padre, de amigo, de jefe, de poli. Sabemos cómo es su catadura moral y su profesionalidad. Conocemos su rectitud moral, también su sagacidad y minuciosidad. Sabemos el respeto que tiene por la cultura Cheyenne, y que no es, ni de lejos, un tipo racista. Sabemos que le asquea muchas cosas de las que ve en su trabajo policial. Y sabemos que no es un tipo corrupto y que aguantó carretones y carretas durante la campaña electoral, manteniéndose limpio, a pesar de todos los ataques que recibió. Precisamente por su talla moral, por su sentido del honor y la justicia es por lo que mataron a su mujer, casi matan a su hija y quieren arruinarle la vida. ¡Y llega el poli negrata de Denver a descargar toda su rabia contra el cowboy, sus prejuicios, su racismo,  su odio, sus fantasmas y los traumas psicológicos sin resolver! No le interesa saber eso que nosotros sí sabemos. Ya lo tiene claro, llega a Durant con el juicio finalizado, sin saber, ni conocer, ni preguntar, ni indagar. Piensa que el sufrimiento de su pasado le da la visa de la verdad eterna y la justicia. Quiere apuntarse un tanto, ajustar cuentas con su pasado, con la suciedad de su vida. Pretende hacer justicia pero realmente es de la peor clase de justicieros. 
¡Cómo es la vida, verdad! La suciedad de la vida que llena de porquería el espíritu de los más débiles, convirtiéndoles en justicieros indignados de las causas ajenas. Es una serie de televisión, pero cuántas veces no ocurre lo mismo en la 'vida real'.