10 de octubre de 2014

El Ébola, el subdesarrollo, los recortes y los irresponsables con responsabilidades políticas

Reflexiones Patibularias 80


LXXX


Reúno en el blog dos aportaciones que otros días había colgado en el Facebook. ¡Ánimo Teresa!


1.

7 de octubre 2014
A ver por dónde sale la cosa¡¡ 
Uno se ha criado leyendo los Tbos del Super Humor: Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, Sacarino, Carpanta, 13 Rúe del Percebe, Zipi y Zape, Super López, Anacleto Agente Secreto y muchos más.... Mis padres nos regalaban a mi hermano y a mí, un ejemplar para Reyes. Buen regalo, desde luego. Una magnífica iniciación a la lectura, y al espíritu irónico frente a la vida.
La caricatura humorística española siempre ha estado plagada de surrealismo, lanzando cargas de profundidad sobre muchas de nuestras imperfecciones. Una de las cosas en las que yo me fijaba siempre era que el fondo de lo que había, la civilización en la que se movían los personajes, reflejaba que seguíamos siendo casposos y retrasados (lo de Bacterio es hilarante). 
Más chulos que un ocho, pero con edificios, vehículos, infraestructuras y tecnologías llenas de remiendos y de clavos por todas partes. Insectos y colillas por aquí y por allá, calcetines agujereados y zapatos llenos de boquetes, gente en babuchas por doquier, puertas desvencijadas y tuberías descompuestas
Uno piensa que son exageraciones. ¡Pero no lo son¡ No queremos pensarlo, nos negamos a admitir que puedan tener razón más allá de la bromita cachonda del subdesarrollo profundo en el que la viñetas nos hacen estar.
Y hoy nos acostamos con el contagio del Ébola en una compañera de Madrid. [Desde aquí mi solidaridad y apoyo a esta persona, sus familiares y a todos los implicados en su cura y cuidado] 
Y pienso, que somos más chulos que un ocho, bien pagados de nosotros mismos, ufanos de toda nuestra tecnología y avances, pero se nos ha colado esta cosa tan tremenda por la puerta de atrás.
Y como sea cuestión de los recortes, por darnos para trabajar elementos de bajo coste y mala calidad y que cada vez somos menos profesionales trabajando mientras la demanda no decae; como digo, si esto es por eso, nos vamos a despertar del sueño idealista para caer de bruces en una realidad casposa y remendada con batas de papel que se hacen jirones a la primera, con guantes de latex y vynilo de paupérrima calidad, y usando cinta de carrocero para sujetar los guantes malos a esas batas de segunda.
A ver por dónde sale este TBO¡¡



2.
9 de octubre 2014
Algunas consideraciones:
- El riesgo O no existe. Las certezas absolutas, aritméticas del tipo dos y dos son siempre cuatro, tampoco. El azar cuenta, para bien y para mal. También cuenta, y mucho, el buen hacer y la preparación. La paciencia es una virtud que la ciudadanía tendría que volver a retomar. También el sentido común, el aplomo y la confianza en los profesionales. La histeria y la presión no ayudan, todo lo contrario.
- Ningún protocolo es perfecto. Todo procedimiento es mejorable. Hay elementos de difícil cuantificación que forman parte, aunque le pese a los gestores, de los protocolos y los procedimientos. Para que nos entendamos, puedes tener un procedimiento muy bueno pero que falla en la implantación porque tienes a cuatro gatos para hacerlo. Cuadros de personal escualidos e insuficientes, con formación deficiente y lamentablemente remunerados son aspectos que también tienen que ver en los protocolos. Las hojas de papel lo aguantan todo; sobre el terreno todo es distinto.
- Un fallo humano, un error personal es, sin duda, un fallo y un error del sistema puesto que esa persona-profesional no trabaja sola. No es un lobo solitario en una estepa fría. Trabaja en una organización, en un equipo, en una estructura de miles de personas que mueve miles de millones de euros. Peor que el fallo humano es la improvisación de los administradores, preocupados en ajustar sus cuentas, en proteger sus beneficios monetarios personales si cumplen los objetivos económicos. Peor es que obliguen a personal no cualificado tratar con patologías con las que no están familiarizadas. 
- Trabajar bajo presión no es sencillo. Trabajar bajo el yugo de los gestores tampoco. Trabajar con la amenaza de los usuarios mucho menos. Trabajar bajo el peligro de la propia muerte es terrible. Habría que valorar muy mucho la entrega de los profesionales. Los gestos involuntarios son inevitables, los tics también. Tocarse el pelo, arrascarse la mejilla, agarrarse la nariz, etc. son acciones reflejas que hacemos miles de veces todo los días. Hay que estar muy bien entrenado en el control corporal para no hacer esto. La gente que trabaja con elementos peligrosos lo saben y se entrenan para no caer en estos actos reflejos.
- Que alguien quiera pasar página y no asumir responsabilidades tras el presunto fallo profesional es lamentable. Lo es, de manera desproporcionada, que un político llame mentirosa a la persona afectada. Habría que ver a este señor con un equipo de esos atendiendo a enfermos graves. Este tipo de sujetos son despreciables. Hace un flaco favor a la ciudadanía a la que se debe y engrandece el desprecio de la sociedad hacia los políticos.
- Hay que poner el foco en otros lugares además de en el presunto fallo personal. El primero es dejar a la improvisación y al azar el control de la salud de todos los profesionales que participaron en este evento. Es un fallo estructural y del sistema. Otro fallo, provocado por el escaso personal debido a los nefastos recortes, es no controlar cómo esa profesional se quitaba los equipos especiales. Es el problema de los 'cuatro gatos': ¡A ver sí se dan cuenta de una vez el problema tan grande que supone recortar en personal! Las elevadas cargas de trabajo que soporta un personal escaso hace que se pasen por alto detalles que luego se ven como determinantes. Luego se culpa al profesional. en realidad es culpa de la administración que exige la excelencia a un grupo reducido de trabajadores.