26 de noviembre de 2015

Sacrificios

28.

El chivo expiatorio.
La cabeza de turco.
El perro de paja.
El cordero degollado.
El animal sacrificial.

Este símbolo es tan antiguo como la misma humanidad. Y tiene varias lecturas más, además de la evidente y clásica perspectiva sacro-religiosa. En la política también hay de estos. En psicología, en las relaciones sociales, interpersonales y familiares también hay de esto. 
Es una figura muy compleja que acepta una gran cantidad de matices, incluso contradictorios. Encontramos a gente que es obligada a la expiación y al escarnio sin el acuerdo de su voluntad. Todas las víctimas de Siria por ejemplo. también las de Mali y Túnez. Y las de Bataclan, por supuesto. Y hay gente que asume y consiente la expiación y el castigo. Son personas que entienden que alguien tiene que hacerlo, sacrificarse por otros, asumir la pena y la violencia, física y moral, para que aquellos sigan viviendo con tranquilidad. Pienso en el San Manuel Bueno Mártir de Unamuno.
Para los que quieran conocer más a fondo este tema aconsejo la lectura de un libro de René Girard llamado 'El chivo expiatorio' (Ed. Anagrama).

https://www.dropbox.com/s/lrd9rz18jhk2xjt/Girard%2C%20Ren%C3%A9%20-%20El%20chivo%20expiatorio.pdf?dl=0

24 de noviembre de 2015

Todos dentro, nadie fuera.

27.

El marco teórico influye en la formulación de los conceptos.
Quien dice marco teórico, dice cosmovisión, paradigma, modelo, estructura, ideología o programa.
Y quien dice concepto, dice punto de vista, actuaciones, ideas, valores y argumentos.

Lo que algunos llaman objetividad es un marco teórico concreto, una determinada cosmovisión que, a su vez, determina un serie concreta de actos e ideas. Es uno de estos, no el único. Esta ideología de lo objetivo-racional arroja grandes resultados, funcionalidades innegables y mejoras en el modo de vida de mucha gente en esta época concreta de la historia. Tanta, que los promotores de esta sistemática científica-técnica-mecánica-digital, entendieron que ya no podía haber otros marcos posibles, otros paradigmas de existencia. Que era eso o nada.



Y piensan que pueden salirse de la burbuja de la realidad, y ver el mundo desde fuera. Para controlarlo, manejarlo, juzgarlo. Quisieron trascender y salirse del marco en el que estaban. Y tomar el papel del Uno omnisciente y todopoderoso, aunque depurado de elementos divinos. Este autoengaño masivo terminó en el mismo lugar de donde querían escapar. En las oscuras fauces de la metafísica. Eso sí, marca el paso en el mundo. 

23 de noviembre de 2015

La herencia

26.

¿Sería justo -o veríamos justo- que los hijos y los nietos se apoderaran del legado de sus padres, y de sus abuelos; que fueran ellos los que se se llevaran el mérito, las ganancias y el éxito?

¿Sería justo -o veríamos justo- que los hijos y los nietos pagaran las culpas de sus padres, y de sus abuelos; que fueran ellos los que tuvieran que expiar sus culpas, sus errores y sus males?


Dar al Cesar lo del Cesar y que cada palo aguante su vela. Esa es la opción responsable. La otra es que aquí, en esta sociedad, una buena cantidad de gente no solo hereda el collar de la abuela, la casa del abuelo, los ojos de mamá. También heredamos los pecados de nuestros padres, sus resentimientos, odios y fobias más profundas. Al final no fue libertad sin ira.


22 de noviembre de 2015

El tiempo pasa.

25.

Dando vueltas por las redes sociales, y leyendo sobre el reciente aniversario de la muerte de Franco, hago un breve resumen de una corriente de pensar-sentir-vivir que he visto con mucha fuerza:

Aquel que diga que "se hicieron barbaridades en ambos bandos" es un indecente. No se puede decir del que lo diga que sea una persona justa ni equilibrada. Hay que reprobar con severidad, a todo aquel que quiera 'igualar' en la contienda de la guerra civil española y el posterior periodo de dictadura. Es claro y meridiano quién fue culpable, responsable primero y último, y quién fue víctima. La memoria ha de mantenerse siempre viva y encendida. El recuerdo tiene que permanecer patente y manifiesto. No es venganza este estado de alerta frente a los culpables que siguen entre nosotros: es justicia. Por tanto, como quedan vestigios de aquellos momentos en estos tiempos, no es posible ni el olvido, ni el perdón, ni la reconciliación.

No haré comentario alguno, ni a favor ni en contra. Me remito a la epojé. Bueno, diré una sola cosa: 40 años no son nada.

21 de noviembre de 2015

No busques un enemigo donde podrías encontrar un aliado. El fracaso de los indignados.

24.

Comienzo con el planteamiento de una pregunta: ¿Por qué fracasa el despertar de la sociedad frente al status quo, los poderosos de siempre, etc.?

Frente al status quo, digamos que -a bote pronto- caben varias opciones básicas. La primera es el propio status quo, aquellos que pertenecen al mismo, los que lo desarrollan y defienden. Luego, encontramos a los que lo combaten, aquellos que tratan de derribarlo y que deje de existir. Son gentes que batallan hasta la extenuación, incansables al desaliento. Pero existe una tercera categoría intermedia inmensamente más grande que la suma de los dos extremos.

El status quo es una minoría que utiliza la realidad para su propio beneficio. Acumula ingentes cantidades de poder (y dinero, y materias primas, y propiedades, etc.). Además, castiga, maltrata y ataca a una buena parte de la mayoría; manipula de diversas maneras a otra buena parte y ningunea a otros tantos. Desde el siglo XIX un nutrido grupo de movimientos filosóficos, ideológicos, políticos, artísticos y culturales han criticado por todos los frentes posibles al status quo. Depende de quién cuente la película, los resultados varían en una horquilla muy amplia del éxito al fracaso.

Durante mucho tiempo, la resistencia se centraba en combatir contra el status quo mismo, atacando a aquellos que lo defendían y justificaban. Pero, de un tiempo a esta parte, la indignación ha saltado -como si fueran llamas- desde aquellos a la mayoría intermedia. Las razones que han llevado a los indignados a cabrearse con la mayoría daría para un libro bastante voluminoso. Y claro, no tenemos tanto espacio.

Esa mayoría silenciosa es un grupo heterogéneo inmensamente grande que acoge –entre otros- a los que aceptan sin más el status quo y siguen con el día a día, a los que se resignan a vivir en el status quo, a los que darían lo que no tienen por pertenecer al status quo y colaborar con este, a los que no niegan el inmenso poder del mismo comparado con él mismo, a los que les cabrea el status quo pero se siente pequeños e indefensos para responderle, a los que les importa un pepino el status quo y la Alianza Rebelde, a los que no tienen ni puñetera idea de todo esto que estamos hablando, a los quieren oponerse y no pueden, a los que pueden oponerse y no quieren; y así podríamos estar varias horas contando los grupúsculos de personas que componen esa mayoría. ¡Es enorme!

Hacer que un grupo tan grande sea definido por una sola categoría de adjetivos no es que sea, precisamente, una sabia decisión. No todos los que están ahí están resignados. Hay muchas formas de estar ahí, y una de ellas sí que es vivir resignado y entregado al status quo. Para hacer modificaciones significativas en el status quo se necesita -para empezar- coraje y valor (en el plano emocional) e ideas de cambio (en el plano racional). No todo el mundo en esa inmensa mayoría tiene de ambas cosas. Y no todos los que en esa inmensa mayoría tienen lo que hay que tener lo tienen del mismo modo. Hay variaciones tanto en los aspectos emocionales como en los racionales. No a todo el mundo le vale, ni quiere meterle fuego al status quo y que termine ardiendo el resto del mundo, por poner un ejemplo.

El problema llega -según mi pequeño y 'resignado' entender- cuando tratas como culpable al que no es culpable. Esa inmensa mayoría a la que estos encasillan en la resignación, sin rubor, no es culpable de nada. En todo caso habría que hablar de repartir responsabilidades, entre todos los que habitamos este lugar llamado mundo. Y no todos tendríamos la misma cuota. Y desde luego no sería justo endosar la cuota más grande a la mayoría, mientras en el status quo se parten de la risa, y los rebeldes se miran al espejo con soberbia autocomplaciente, sabiendo que cuando mueran irán directos al cielo de los justos, llenos de medallas, como premio a su valor en la trinchera. A lo mejor ese ha sido el engaño supremo del status quo, convencer a los indignados de que el enemigo ha sido siempre la mayoría silenciosa y durmiente, no el status quo. Menuda ironía.

Llamarlos a todos -sin distinción y con brocha gorda-, insolidarios, entregados, sometidos, dominados, conquistados, domados, colaboradores, traicioneros, vendidos, rendidos, dormidos, pasotas, negligentes, anestesiados, pasivos, indecisos, tibios, complacientes, sumisos, mansos, conformistas, abandonados, irresponsables, indiferentes, perdedores, vencidos, dejados, acojonados, acobardados, miedosos, asustados, desentendidos, obedientes, subordinados, humillados, indecentes, es muy mala estrategia. Muchos de ellos se sentirán contrariados e insultados. Los indignados tendrían que encontrar una forma menos agresiva de tratar a la mayoría. Es preferible tener algo en común con ésta, por poco que sea; algo es mejor que nada. Es cierto que no se puede dar la batalla por perdida, pero tampoco hay que estar con el palo atizando a todo el que no hace las cosas como sancionan los gurús de la indignación.

A los indignados se les olvida una cosa muy importante. Que haciendo las cosas solos no han conseguido nada hasta el momento. Que mejor les iría por la vida si actuaran tendiendo puentes y encontrando grupos de la mayoría con los que establecer alianzas. Se ha perdido la retórica que convence, que atrae y seduce. Muchos indignados se comportan como predicadores furibundos, y no hacen otra cosa que ladrar al oído de la mayoría, o darles palos de todos los colores. Quejarse de todos ellos y cargar las tintas en su contra, cuando no insultar al común de los mortales, no produce resultados significativos. Y así no van a ninguna parte, tratando de despertar al dormido a base de golpes. Si a uno le ladran al oído, lo normal es que le duela y se aparte. La 'verdad' se puede expresar sin agresividad, y la 'justicia' se puede defender sin aspavientos, sin superioridades morales ridículas, sin subirse en púlpitos y bombardear al personal con castigos infernales. 

En mi opinión, los indignados harían bien en usar la persuasión amistosa, también la pedagogía, para que sus filas se vean engrosadas por nuevos miembros. Y no atacar a todos esos a los que no han convencido. Algún día pueden ser potenciales aliados. Es lo que les digo: no trates como enemigo al que llegado el momento preciso puede ser tu aliado.

20 de noviembre de 2015

Elegir. Desprecio y ninguneo.

23.

Por días, me estoy convirtiendo en un pragmático calculador y utilitarista, añadiendo una buena porción de ataraxia estoica. No dejo que me afecte casi nada. Mucho menos las barbaridades de los que sólo quieren ver arder el mundo (Alfred Pennyworth, mayordomo de Batman, dixit).
A ciertos movimientos que defienden lo que defienden, ¿qué les hace más daño, la réplica o la ignorancia? Me parece que muchos problemas que tenemos con ciertos grupos e ideas vienen precisamente por relacionarnos con ellas. Y rebatirlas, criticarlas, atacarlas, incluso 'ponerlas en su sitio' ya es una forma de relacionarse (y de darles publicidad). ‘El mejor desprecio es no hacer aprecio’ dice el dicho popular del que soy defensor. Si estos lanzan la bola y nadie se la devuelve están jugando solos. Pero alguien siempre la devuelve, pensando que es de justicia, que no puede uno callarse ante estos atropellos, las mentiras, etc. Pero en la mente truculenta de algunos individuos salta un resorte cuando ven que les devuelven su pelota. Su movimiento ha tenido éxito en el momento que les respondes, sea cual sea esa respuesta: porque a estos les interesa el éxito, que se esparzan sus ideas y maldades, no la verdad, ni la justicia.

Lo difícil no está en hacer callar a estos descerebrados. Lo difícil es hacer que todos los que no pensamos como ellos los ignoremos, no les hagamos ni puñetero caso, ningunearlos directamente, que no nos afecten sus ladridos. Y es muy difícil, muy mucho. Ellos cuentan con nuestra sensibilidad, con que a alguien, seguro, se le salten los plomillos cuando lean alguna de sus barbaridades. 
Actuar así no creo que sea resignación ni colaboracionismo. ¿Ahora tenemos todos que responder la misma forma de respuestas?, ¿mientras defendemos a ultranza la libertad de expresión y conciencia? Tampoco estoy censurando al que elige responder, todo sea dicho. 

Pd: Este post viene a ser la respuesta a algo concreto. Pero me niego a ser altavoz de ese algo que entiendo despreciable. Si alguien quiere saber a qué, que se ponga en contacto conmigo.

Todo. Nada. Y resulta que en medio sí hay algo.


22.

1. Si no hay manera de alcanzar un 'máximo', es preferible quedarse con el 'mínimo' antes que con nada. 
2. Si no hay manera de alcanzar un acuerdo total y completo, es preferible quedarse con un acuerdo parcial e imperfecto que con nada.
3. Si no hay manera de encontrar una persona, o grupo, que concuerde con tus ideas o que defienda lo que tú, o tu grupo, es preferible quedarse con la persona, o grupo, que más se acerque a tus posiciones y posturas. 

A. Es más, el primer término del párrafo anterior nos lleva al pensamiento único y uniforme: todos con las  mismas ideas defendiendo las mismas posturas. El 'máximo' queda inutilizado y la utopía se convierte en tiranía. En un escenario así, se elimina el disenso, la peculiaridad individual y las diferencias; y, también, los acuerdos, los diálogos y la comunicación, las reconciliaciones.
B. Con nada, nada se hace, nada se tiene. La nada es nada, es vacío. La nada solo sirve para construir más nada. 
C. Con un poco, con algo, con un trozo imperfecto, con un mínimo se establece un puente, un diálogo con otro que, al menos, comparte algo contigo. Por lo menos, con ese puente, con esa parcialidad compartida, tienes un aliado. Y en un mundo lleno de contrariedades no es malo tender puentes y encontrar aliados.



18 de noviembre de 2015

Oda al pragmatismo y a la supervivencia.

21.


Si uno no quiere, dos no discuten. Si uno no quiere, dos no hablan, ni se comunican, ni tampoco dialogan, ni mucho menos llegan a acuerdos. Y hagan la prueba: Si uno quiere matarte, el otro puede defenderse, tratar de razonar con el que quiere matarte o dejar que el otro te mate. Imagínense en tal situación y piensen cómo reaccionarían.

Algo, un poco, una miajita, siempre es mejor que nada. Hay grandeza en ir a por todas, en querer lo mejor, lo bueno, lo perfecto. El maximalismo es encomiable. Pero un maximalismo sin moderación ni cordura es tan insoportable como un minimalismo que consiente lo que no podemos consentir. Es costoso y difícil, lo sé: hay que entender que, en no pocas ocasiones, lo conveniente, lo conseguido y obtenido no concuerda con lo esperado. Muchos no saben vivir en un mundo de grises. Muchos no saben andar por este filo de la navaja de las posibilidades, las necesidades, lo que se puede tener, lo que se puede negociar, lo que se puede conseguir.

Si entre las opciones que tenemos para elegir no aparece la buena, lo normal es escoger la menos mala de todas las malas, no empeñarse en escoger la buena o cabrearse con los que escogen el mejor de los peores. Cabrearse con el pragmático culpándole de los males del mundo es una pérdida de tiempo, además de una estupidez.

Todos hacemos cosas -o hemos hecho o haremos- que no nos gustan. Téngalo en cuenta, seguro como que amanece. En ocasiones hemos tenido que rebajar nuestras pretensiones y expectativas. O ser pragmáticos y buscar soluciones imperfectas a problemas jodidos. Pero atacar a otros cuando les pasa esto y justificarse cuando le ocurre a uno no es de recibo. Hay ciertos tipos de superioridad moral que no se sostienen: son ridículos. Y que además no son eso, lo que busca es insultar y menospreciar al que es distinto. 

En no pocas ocasiones somos testigos de que no se cumplen los ideales puros y normativos que debían de guiar los actos del mundo, la paz por ejemplo, o la vida o la dignidad y el respeto a los derechos humanos. Y nos indignamos y sufrimos cuando eso ocurre. Este mundo lleno de injusticias es terrible. Creo que cualquier persona de bien defiende estos principios, aunque no todos lo hacemos del mismo modo. Algunos lo hacen de modo condicionado y otros de modo incondicionado (¡ay la metafísica cómo se mete en los lugares más insospechados!). 

Suele ocurrir que el que los defiende de modo incondicionado se enfada con el que los defiende de modo condicionado. Le echa en cara algunas cosas feas. Hasta el punto de que muchos cometen el terrible error de igualar al criminal que destruye el principio puro y normativo con aquel que lo defiende de modo condicionado. Esa equidistancia es profundamente injusta. Esa incapacidad para hilar fino, y meter en el mismo saco de los criminales a aquellos que piensan distinto es peligrosa, y muy improductiva. Convertir una diferencia en una herida es una irresponsabilidad que comente muchos en estos tiempos de exageraciones y fobias. 

Y, además, los más duros en esto terminan inhabilitándose a ellos mismo como defensores del principio normativo, por la agresividad y violencia con la que critican al otro. Pienso que tendrían que poner esas energías en criticar al auténtico criminal en este asunto. Lo siento, no se puede igualar a unos y a otros. Es más, esa equiparación produce heridas muy importantes difíciles de curar. La auténtica separación está entre los criminales y los que no lo son. No entre los que defienden los principios normativos de manera fuerte e incondicional y los que lo defienden de manera débil y condicional, siempre mirando lo concreto y lo complejo. 


17 de noviembre de 2015

Fobos

20.

No acabo de entender cómo es posible que los que ahora se visten de pacifistas no hace mucho eran los que que querían asaltar el Congreso y poner guillotinas por las plazas para ajusticiar políticos corruptos. Y me resulta muy curioso que algunos quieran entablar diálogos con fanáticos radicales pero que se nieguen a hacer lo mismo con grupos políticos de aquí que, siendo de ideas contrarias, sí respetan los derechos humanos. El irenismo con el que se conducen para con ciertos actores políticos chirría con la fobia con la que se conducen contra otros. Me parece que este pacifismo querubínico es completamente impostado, por la intensidad y la desproporción del rechazo, que ralla en el odio, cuando no cae por completo en el mismo.  

Estamos viendo que cualquier cosa puede ser convertida en categoría política. Ahora es la fobia la que alcanza dicha posición. La fobia se ha convertido en la categoría política de moda en nuestra sociedad. Y ha encontrado en las redes sociales el aparato de reverberación idóneo. La 'PPfobia' es, de lejos, la categoría política que con más intensidad se ha implantado en nuestra sociedad. Seguido de cerca por la 'Progrefobia', seguramente como respuesta a lo anterior. Pero esa fobia, a no tardar mucho, les terminará llegando a todos los que ahora la alimentan porque les conviene.


15 de noviembre de 2015

Te conozco. Voy a por ti.

19.


Viernes noche. La gente sale a la calle a divertirse, a desconectar después de una semana de duro trabajo. Un estadio de fútbol en pleno partido internacional. El deporte que más seguidores tiene en Europa. Una discoteca -de mucha solera- donde acude gente joven a divertirse, bailar y demás. Una serie de restaurantes y cafés donde la gente no muy mayor, con un cierto nivel socioeconómico, se sienta a disfrutar de las buenas viandas, la compañía, la belle vie. Y todo esto, en la ciudad más importante de Europa, la más poblada, en la que se une el turismo, el arte, la ciencia, la ilustración, el civismo político, etc. París es Europa.Es la perfecta ejemplificación de quienes somos, de nuestro modus vivendi.

El aparato simbólico que está ahí expuesto no es un tema menor. Los criminales que han perpetrado la masacre saben tocar las teclas adecuadas para hacer daño. Como si nos conocieran mejor que nosotros mismos. ¿Qué sabemos de ellos?, ¿qué sabemos de lo que ocurre allí? Algo está fallando aquí y no queremos darnos cuenta. Hoy he visto en Youtube un video en el que en 5 minutos se explica con dibujitos la situación geopolítica de Oriente Medio. 
Es curioso cómo estas cosas que se deberían aprender en los colegios-institutos-universidades se aprenden hoy en día en Youtube y las redes sociales. Y con dibujitos, viñetas y demás material masticable para que al baranda de turno no se le fundan los plomos. Vivimos tan cómodos y confortables, con papa-estado dándonos lo que necesitamos que una parte importante de la sociedad sólo sabe que existe lo que vomita la pantalla de su Apple.

Para nosotros son sólo bárbaros, acémilas criminales, cabrones asesinos, fanáticos religiosos, sucios incultos con barba. Y al menospreciar su incapacidad técnica, nos sorprende la capacidad de sus cálculos; la sagacidad con la que planean sus actos; la minuciosidad con la que son ejecutados. ¿Cómo pueden esos cuasi animales integristas planear algo así?, se preguntan algunos con cara de haber visto un T-Rex en el jardín de su casa. Pues pueden, lo han hecho, ahí están los resultados. No solamente no son unos burros estúpidos, unos creyentes exagerados, sino que alguno de ellos saben perfectamente cómo hacer que el terror funcione. Que la inseguridad se agigante, que se rompa la normalidad y que el miedo tenga proporciones gigantescas. Nos dicen, "te conozco, voy a por ti, a joderte la vida y la existencia".

"No entiendo esto. No puedo comprender cómo hacen esto, cómo pueden ser tan insensibles, tan malvados". Esta frase -y similares- las estoy leyendo mucho en este fin de semana. Y claro, quiero decirles a estas personas, ¿cómo podría alguien normal y corriente entender esto?, es imposible, algo increíble, es algo inconcebible para una mente europea. Pero les diré algo más: es el problema de la razón insuficiente, de la lógica incapaz. A la razón le repugna tanto este tipo de actos -fuera de toda sensatez-, que parece incapaz de contemplarlos y analizarlos. Mucha gente queda como anonadada, en profundo estado de shock. Y se encasquillan en la pregunta del porqué y del cómo, las que se hacen para comprender lógicamente el asunto. Es difícil asumir que exista gente capaz de este mal y de este fanatismo. La constatación, la evidencia rotunda de la muerte en masacre es un cortocircuito que muchos no saben cómo manejar.

El paradigma europeo de vida y existencia, que es racional-lógico-ilustrado, el de la democracia, los derechos humanos y la dignidad, el de la serenidad, la condena enérgica y los lazos de colores, necesita una revisión. Una especie de kit de herramientas en caso de accidente o un rómpase en caso de incendio. Este paradigma le ha hecho creer al europeo medio que es la razón y la lógica lo que mueve el mundo. Que el centro neurálgico de la toma de decisiones del individuo es la razón pura, o el sentido común o el interés económico, por lo menos.

Personalmente, me parece que son las fuerzas irracionales, las voliciones inconscientes, las que dominan la vida. Para obtener una visión o perspectiva clara de este horizonte en el que estamos empezando a vivir, en el que nos hemos despertado de un bombazo, hay que introducir nuevos elementos a la pura y simple razón. Hay que empezar a tirar o echar mano de lo irracional, de lo atávico y bestial, de otras categorías no lógicas ni sensatas e ilustradas; esas que son inconscientes, profundas y lógicamente repugnantes. 

No quiero que se colija de mis palabras que haya que empezar a descartar el modelo de vida europeo ilustrado. Que tengamos que convertirnos en racistas insensibles, o en bestias vengativas y dejar de cumplir las leyes que nosotros mismo nos dimos. Nada más lejos de la realidad. Antes de llegar a ese extremo hay varios estadios intermedios que contemplan la sagacidad, la minuciosidad y la contundencia. Pero no hacerlo, no empezar a introducir elementos que ayuden a la comprensión del mundo en el que vivimos es hacer lo que dicen los cuentos que hace el avestruz cuando siente el peligro. Es cierto, con la cabeza metida en el agujero negro dejamos de ver a la bestia que se acerca para atacarnos. Pero es cierto que en ese boquete oscuro nos convertimos en un blanco fácil y seguro. Ya lo hemos visto, por desgracia.

14 de noviembre de 2015

El espectáculo del horror

18.

Decimos que algo es paradigmático cuando un hecho determinado puede servir de modelo o puede presentarse como ejemplo de otros muchos. Por eso digo, que la cadena de atentados de esta noche en París es el paradigma del terrorismo moderno. Es un ejemplo modélico de lo que persigue el terrorismo.
El espectáculo del horror, la celebración del miedo, la contemplación del terror. En su estado más esencial. Destilado en su pureza más exquisita. El horror del que habla Kurtz en Apocalypse Now. El terror por el terror, sin más. Y no visto por 3 o 4, no. Será observado, escudriñado y analizado por millones y millones de personas en todo el mundo. Buscan que este miedo visceral potentísimo -y ojo, que será masivo y desaforado- traiga cambios en la forma de vida del que sufre el horror. Ahí está el origen y la meta de este acto terrorista paradigmático, de esta masacre: cambiar el modo de vida de la gente. Que no sigan viviendo como hasta ahora, que comiencen a planear respuestas, y se encadenen nuevas acciones, para que el horror siga y siga, como la rueda que gira sin parar cuesta abajo.   
Si el Estado francés permitiera a los medios de comunicación emitir todos los materiales recogidos esta madrugada nos quedaríamos petrificados. Ahora estamos en shock, pero si nos mostraran las peores imágenes de lo acontecido nos quedaríamos al borde del colapso. Un espectáculo dantesco, como aquel que vivió el poeta en compañía de Virgilio en su camino por los niveles del Infierno. 
Y el europeo medio -ilustrado, enciclopédico, digitalizado y tecnificado- comparece esta mañana con escuadra y cartabón. A ver si logra explicarse esta tremenda barbarie tomando medidas. Tratando de analizar cartesianamente esta matanza mirando los elementos sustanciales del evento. 
Decimos que algo es paradójico cuando un hecho determinado nos parece sorprendente o contradictorio, pero también puede ser exagerado, absurdo y disparatado. Por eso digo, que la cadena de ataques de esta noche en París es la absoluta paradoja del terrorismo hodierno. El absurdo incondicional por antonomasia, el disparate llevado a su esencia más brutal, la atrocidad sin paliativos. Una pista de hielo mortal para una razón que se mueve sin patines, y que no para de caerse y de molerse los huesos con cada caída. 
¡Vaya!, ¿son estos los momentos más oportunos para ponerse con la filosofía? No lo sé. Habrá quienes sientan consuelo con estas reflexiones; y habrá quien no esté para nada más que no sea la rabia y el lamento.

Desde aquí, desde ésta mi humilde tribuna, mi solidaridad con el pueblo francés -ese que me vio nacer-, transmitirles mi consternación y mi pena. Que descansen en paz los fallecidos. Mi sentido pésame a sus familiares y amigos, a toda la nación. Mi condena sin paliativos al terrorismo criminal indecente e inhumano.

La barca de Dante (1822) del pintor francés Eugene Delacroix.

5 de noviembre de 2015

NO SE PUEDE HACER UNA TORTILLA SIN ROMPER LOS HUEVOS

17.


Algo se muere en el alma cuando el ser humano descubre esto. 

Hay un momento en nuestra vida -en el primer mundo occidental suele llegar en la adolescencia o primeros momentos de la juventud-, en el que la justicia de perfección aritmética, el bien incondicional y la bondad de pura belleza, se tambalean. Trascurre un poco de tiempo más de convivencia entre nuestros iguales, y terminas viendo como todo eso se cae. El proceso de maduración tiene muchos paralelismos con el proceso de desmitificación. El mundo dista mucho de ser perfecto, bueno y justo. Es bello a rabiar, aunque la belleza no está donde pensabas. Con un poco de suerte eres de esos capaces de ver las pepitas de oro -de perfección, bondad y justicia- entre toneladas de escombros y turba.

Durante el resto de nuestra vida echamos de menos esa pureza que perdimos. También la inocencia y la confianza. De algún modo seguimos pensando que hay algo en nuestro interior prístino, que no puede corromperse. Y que portamos algunas esencias en nuestro espíritu que no pueden ser alcanzadas por la lobunez. Por eso nos cabreamos cuando vemos a otros cometer tremendas injusticias. Por eso nos indignan las corrupciones de los demás. En estos tiempos que corren, la brújula moral es terrible para con los otros. Pero muy comprensiva con nuestras propias faltas.

Sin darnos cuenta de que los demás somos también nosotros, que los otros somos uno mismo. Que lo lobuno está dentro de nosotros y que las esencias se quedaron en la niñez. Que hay que aprender a manejarse en esa constante marejada de grises. Que en este toma y daca constante de la vida algunas veces haces las cosas bien y en otras actúas con mala fe a sabiendas. Eres corrupto para obtener beneficio, o eres injusto para proteger algo que consideras bueno. Sí, así es. En no pocas veces actuamos de mala manera pensando que es la única manera de conseguir algo bueno. 

Lo dicho, no se puede hacer una tortilla sin romper huevos. Esa noche puedes comer otra cosa: te picas una poca de lechuga, te hace un filete de pollo a la plancha o te comes un yogur rico en bifidus. Pero si quieres tortilla tienes que romper los huevos.

Quiero una pastilla, déjese de tonterias

16.

Quiero una pastilla que me cure doctor, que me quite este padecimiento, este problema que me fastidia la vida. Y el doctor en numerosas ocasiones le receta lo que corresponda. Pero en otras muchísimas ocasiones le dice al paciente -o a la paciente- que no le receta nada, que para dejar de padecer lo que padece tiene que cambiar sus hábitos, su dieta, su forma de vida, en definitiva. Y, entonces, se lía una buena.
Las expectativas de la ciencia médica están ahí. Son maravillosas y estupendas. Pero esas expectativas se han manejado de muy mala manera. Por parte de los gestores y administradores, y en no pocas ocasiones por parte de los profesionales. De algún modo, la gente piensa que siempre tiene que haber un remedio artificial (farmacológico) para todo lo que perturba su salud. Es rápido y sencillo. Un vaso de agua, la cápsula y se acabó. El problema está -uno de ellos, claro- en que junto a estos avances no hemos tenido una educación sanitaria que eduque a la ciudadanía en que las panaceas no existen. Que junto con la ciencia (los medicamentos) tenemos que poner hábitos de vida saludables. Esto es, que hay que hacer cambios, esfuerzos, y -en ocasiones-sacrificios.

El Sr. Fulano tiene unos problemas de estreñimiento tremendos. Y se cabrea con su doctor porque todas las pastillas que le manda no le hacen efecto. El día que el médico le dijo que tenía que cambiar de hábitos ya fue el acabose. Menudo rufián. El médico dejo de recetarle comprimidos y le mandó una dieta rica en fibras. Le pidió que dejara de fumar. Le aconsejó que hiciera ejercicio moderado (que además es bueno para el corazón). Que bebiera una buena cantidad de agua al día (que además es buen para el riñón). Que intentara llevar una vida sin tanto sobresaltos (que además es bueno para la tensión arterial). O que, al menos, tratara de manejarlos sin tanta tensión y enfado. Que no se enfrentara a la situación de tener que sentarse en el WC; que eso lleva su tiempo, y hay que afrontarlo con serenidad. Le conminó a que comiera todos los días a la misma hora, estableciendo nuevas rutinas y costumbres. Y que lo hiciera en una situación cómoda y relajada. Sin estrés, que masticara bien todos los alimentos. [Cuando el médico le dijo que masticara bien fue cuando el Sr. Fulano montó definitivamente en cólera].
¡Qué médicos más malos hay en el seguro! le dijo el Sr. Fulano al médico pegando un portazo.

Está feo decirlo, pero el seguro tiene pacientes muy poco colaboradores. El Sr. Fulano se niega a dejar de vivir como vive. Y es ese modo de vida el que le provoca el estreñimiento (por ahora, luego llegarán cosas peores). Y como el Sr. Fulano hay muchos otros. Que no tienen intención de aceptar los cambios, de encajar en su vida los esfuerzos, de hacer sacrificios en pos de una mejora en su calidad de vida. El Sr. Fulano quiere una pastillita y seguir viviendo como le plazca. Es posible que nadie le haya enseñado que detrás de esos esfuerzos y sacrificios hay una mejora importante. También puede darse el caso de que sí se lo hayan enseñado pero al Sr. Fulano no de la sale de las narices aceptarlo. 

Los hábitos de vida saludables, como el ejercicio, la dieta variada, evitar el estrés, sanear la mente, dejar de fumar y consumir alcohol, etc., no son tonterías. En no pocas ocasiones, son tanto o más eficaces que la farmacología. El mundo de la ciencia sanitaria tendría que comenzar a pensar en cómo gestiona las expectativas y los avances. Dejar de venderlos como si fueran mercancías, dejar de ponerse medallas por los adelantos, para empezar. La ciudadanía no puede perder de vista el principio de realidad y empezar a dar por hecho que la panacea de la vida eterna está al alcance de un comprimido. Una educación sanitaria rigurosa y de calidad, que funcione y marque las diferencias, tiene que contar todo lo bueno que se puede hacer; pero que las panaceas milagrosas no existen. El esfuerzo, la entrega, el trabajo con uno mismo son ineludibles.