28 de diciembre de 2015

Esas urnas charlatanas.

33.

¿Hablan las urnas? ¿Cómo? Me gustaría saberlo. 
Si es cierto que hablan, será una criatura hipócrita y peligrosa. Porque a cada uno le habla de una manera. A cada uno le dice una cosa. 
Hablar con las urnas no parece saludable, entonces. Sus palabras provocan separación y odio. Además de ardores y dolores de cabeza. 
A unos, les dicen que hay que pactar; a otros, les dicen que hay que pasar a cuchillo a los populares; a otros, les dicen que las izquierdas tienen que unirse para que los unicornios vuelvan a la Tierra. 

¿Hablan las urnas? ¿Y qué nos dijo? 
Si las urnas han hablado nadie se ha enterado. Menudo pareado, el que antes he presentado. No hablaría muy claro, estaría borracha. Quizás sea extranjera y no sabe castellano. O quizás hay tanto ruido de sables, de unos y otros, que nadie escucha lo que está diciendo.

¿Hablan las urnas? ¡Que sí, que sí, pesado! Que las urnas han hablado, pero todo está más liado, más jodido y enrevesado.


Las urnas han hablado. Pero nadie, absolutamente nadie, se ha enterado. O, quizás, queriendo decir tanto con tan poco, lo que está haciendo es provocar el equívoco. Lo mismo hay que volver a preguntarle, a ver si aclara la cantidad de chorradas que se están diciendo por aquí.

21 de diciembre de 2015

Cuídate

32.


¿Por qué tendría nadie que sentirse culpable por los aciertos, por las virtudes, cuando las cosas te salen bien, o cuando la suerte se convierte en tu aliada?
Cuídate mucho de aquellos que te penalizan por hacer cosas que consideras buenas, que te castigan cuando las cosas te salen bien, o que te maltratan cuando la fortuna se para delante de tu puerta. Y si no puedes evitarlos, que una de esas cosas buenas que haces sea que no dejar que te chupe las energías. 

A vuelapluma


1. A estas alturas de vida, ver la decepción de algunos por los resultados electorales de ayer me da la risa, la verdad. Verlos rasgarse las vestiduras me afila el cinismo, me aviva el sarcasmo. No se han enterado de nada. No saben de la sociedad donde viven.

2. Parece que éstas serán las últimas Elecciones Generales de todos los tiempos. Que no habrá un mañana. Que el Armageddon que se nos cierne hará imposible que dentro de 4 años (quizás antes) vuelvan a convocarse otras.

3. El pueblo habla (sic). La voluntad de los españoles, expresada en las urnas ayer, es que sigamos enfrentados y a la gresca. El pueblo no quiere ser gobernado, quiere ser ingobernado, quiere seguir menospreciando al otro que no votó lo mismo que tú.

4. Del dicho al hecho hay mucho trecho. Hay que sacar de la hemeroteca lo que los líderes han dicho en la campaña. Y ver si ahora hacen lo que dijeron o no. Más de uno se va a tragar sus palabras. Más de uno se va arrepentir de decir lo que dijo.

5. Por algún sitio hay que empezar. Si no se les ocurre nada, yo le aconsejaría que empezaran por cambiar las reglas de juego. Modificar la Ley Electoral, las Circunscripciones y la Ley D'hondt es perentorio. 

6. En el momento en el que tendríamos que estas sacando lo mejor de cada cual, y fijarnos en lo que nos une -para negociar y pactar- nos sale la hostilidad, nos a ponemos afilar los cuchillo, a cargar el tirachinas.

7. Ser de izquierdas es tener un don. Ser de derechas es tener una tara. El de izquierdas exhibe lo suyo como el pedigrí de su perro de raza y ve al otro como alguien que porta un mal infectocontagioso del que tiene que protegerse. En este caldo de cultivo se tiene que dar el 'Gran Pacto'. ¡Ni de coña! Al contrario también pasa, que conste.

8. Algunas cosas o terminas por aceptarlas y superarlas, o son esas cosas las que te superan y terminan  contigo. Me refiero, claro está, a que la corrupción en España no penaliza. Repito, no penaliza. Lo de Andalucía lo deja claro, lo de ayer lo confirma. Y esto hay que aceptarlo con empaque y madurez. Hay que dejar de poner cara de pánfilo, de sentir estupor y asombro. De patalear como un niño pequeño al que no le encajan las piezas del juguete. No seamos ingenuos, como si ninguno hubiera partido un plato en su vida. La corrupción no penaliza en España. El voto útil está antes en la lista de preocupaciones de la mayoría.
¡Qué soy un cínico!, pues claro. El cinismo es la única medicina que funciona un día como hoy. La ironía y el sarcasmo son los fármacos que hacen efecto. Yo la recetaría, si el PP me dejara hacerlo. Pero no me deja. 


20 de diciembre de 2015

Y que el mundo arda hasta sus cimientos... y solo entonces cambiará.



"Este kósmos, el mismo para todos, no lo hizo ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que fue siempre y es y será: fuego siempre vivo, encendiéndose según medida y apagándose según medida".
Heráclito (1)

"El fuego transforma la esencia del cosmos. Cuando todo se consuma por el fuego, el cosmos resurgirá como una semilla, y de nuevo, a partir de ésta, se lleva a cabo el ordenamiento del cosmos tal como antes existía"
Zenón de Citio (2)

La transformación por el fuego es un cambio. La expiación por el fuego es un cambio. El mismo fuego es cambio. Esta noche lo he visto, he visto el fuego arder, he visto el cambio. Nadie aprende en cabeza ajena. Nadie hace caso cuando le dicen 'ten cuidado con eso'. No sólo no hace caso, se cabrea y hace justo lo contrario. La gente tiene que aprender por propia experiencia. Tiene que meter la mano en el fuego y quemarse. Este cosmos tiene que arder y descomponerse. Yo he cambiado esta noche. He cambiado de idea, he cambiado mi voto.
Sí se puede.

(1) Clemente de Alejandría, Strom. V 105 DK 22 B30.
(2) Variante a partir de Estobeo, Églogas I 20, 1 e, p.171, 2 W (Ario Dídimo, frag. 36 Diels). Stoicorum Veterum Fragmenta I 512.

19 de diciembre de 2015

¿Cuánto cuesta un peine?


Picoteando unas buenas aloreñas de Málaga, me pongo a reflexionar sobre lo que está por venir a partir del lunes 21, y me viene a la cabeza algo que decía mucho mi madre: "te vas a enterar de lo que vale un peine".

I.
Indeciso es el que no se decide en algo. 
Indeciso es el que todavía no ha elegido una opción de entre las varias opciones que se le plantean. 
Indeciso es el que todavía no ha optado por votar a IU o a Podemos. Es el que todavía no se decide por PSOE o Podemos. El que no se aclara entre PP o Ciudadanos. Y como éstas hay varias opciones dicotómicas más.
Indeciso es el que no tiene claro a estas alturas si votar en blanco, abstenerse y quedarse en casa o votar nulo (Meter en el sobre un lasca de chorizo, un billete de 500 o una misiva llamando a los políticos hijos de las cuatro letras).
Indeciso es también el que no dice su decisión, aunque esté tomada. El voto es secreto, con lo que -en cierto modo- todos tendríamos que ser indecisos. Pero sabemos que un español calladito, prudente y discreto es una especie en extinción. Aquí la indecisión tiene que ver con la vergüenza. Mucha gente que votará al PP (y al PSOE) calla y no lo dice cuando le preguntan o charla con los conocidos y familiares. Eso no pasa con los recién llegados (Podemos y C's), que como están encantados de haberse conocido cantan a los cuatro vientos de que son de allí.

II.
El lunes arreciarán los insultos y los improperios. Serán muy abundantes los ríos de tinta que se verterán aquí, en la red, por esto. Somos muy malos perdedores, y peores ganadores. Unos a otros se llamarán de todo, y nada bonito. Me comprometo a hacer un seguimiento de la sangre vertida, a traer lo peor de cada casa.

III.
Mucha importancia se da por estos pagos a la Campaña Electoral y muy poco al tiempo postelectoral. Ya lo vivimos en Andalucía y Cataluña. Lo veremos ahora con esto. Tómense un poco de valeriana que esto no va a terminar en las urnas. Los que decían que la democracia no es solo votar tienen razón. La democracia también es negociar, dialogar en busca de acuerdos y puntos en común.

IV.
El voto meditado, la elección sopesada, la valoración de pros y contras, etc. está finiquitada en la política española. Este día de reflexión sobra. Y sobra porque la propia reflexión está de más entre los españoles. El modelo de decisión racional por fin ha saltado por los aires. A ver si unos cuantos se dan ya cuenta al ver la explosión.
La gente vota con las entrañas, con las tripas y el corazón. Se vota con el resquemor, con el miedo y con la mala leche. Son nuestros traumas los que deciden, nuestras taras, nuestras heridas, nuestras fobias, nuestras desilusiones. Eligen nuestro inconsciente dolido, el recuerdo del pasado, las cuentas pendientes, las ganas de venganza.
Este pueblo tiene que mirarse al espejo para encontrarse con el monstruo. En este periodo postelectoral lo hará y entonces, es posible que sepamos lo que de verdad vale un peine.

17 de diciembre de 2015

Cuenten con mi voto

31.

Si hay que votar por el fin del capitalismo -por cruel, injusto, opresor y asesino-, y lo primero que del capitalismo se quita, elimina y destruye son las redes sociales, las tecnologías digitales, los mass media, el panóptico digital, el 4G, los memes y el Youtube, ya cuentan con mi voto. 
He dicho.

16 de diciembre de 2015

Con arcadas y ganas de potar.


Esto ya no es lo que era. Realmente no fue nunca lo que tenía que ser, pero vivíamos con esa falsa esperanza. Las falsas esperanzas son necesarias en un nivel macro, desde el comienzo de los tiempos. Pero algunos días la cosa se supera a sí misma, en un 'in crescendo' que ni un buen guionista sería capaz de atrapar. También se pierde la capacidad de asombro. Todo es tan flipante que el flipar mismo ya no es ni flipante. Es más como ascazo, como nausea, como ganas de potar, de vomitar en alto el asco que dan muchas cosas. Y hoy, a esta hora, el asco me lo dan los que jalean, aplauden y vitorean la violencia como forma de relación interpersonal; la agresividad como forma de expresar las opiniones políticas. Digo yo, que los que justifican la violencia de hoy -diciendo que el tipo se lo merece y cosas así, o peores- se cuidarán muy mucho de indignarse y rasgarse las vestiduras, otro día, con otras violencias. Les quedaría fea, la hipocresía y la mendacidad, digo yo.

15 de diciembre de 2015

De problemas, iniciativas y soluciones.


Tenemos un problema. 
Tenemos varias iniciativas para resolver el problema.
Tenemos iniciativas que agravarán el problema.
Tenemos iniciativas a las que el problema les viene grande de narices.
Tenemos iniciativas que no saben siquiera cómo meterle mano al problema.
Tenemos iniciativas que se diluyen como una azucarillo en el café antes de mirar el problema. 
Tenemos iniciativas que quieren convertir el problema en un unicornio de larga cabellera multicolor.


¿Y la solución?, me pregunto.
Los ciudadanos no decidimos la solución. La gente que votará el domingo tampoco va a decidir quién solucionará su problema. 
La gente decidirá, votando, qué iniciativa empezará a tratar con el problema.
La gente votará -realmente-, elegirá por uno de entre varios problemas. 
Por eso, la política puede ser a veces tan nefasta y mezquina: dar falsas esperanzas a la gente es de una crueldad intolerable.


14 de diciembre de 2015

Contravoto


Por si les sirve de ayuda, y el partido (o partidos) que acceda al Gobierno de la nación le da por hacer cambios significativos en la Ley Electoral, les dejo una propuesta para su valoración.

Las leyes han de ajustarse al tiempo en el que se sancionan. Tienen que ajustarse a las necesidades de la ciudadanía y, además, ser fiel reflejo de ese imaginario colectivo.

Por esta razón, la forma en la que votamos tendría que cambiar. Varias razones para ello. Un número altísimo de indecisos [No sabes a quién o qué votar]. Alto índice de abstención [Esa gente que no va a votar porque no le gusta nadie o está hasta las narices de todos y cada uno de ellos. Pero si pudiera votar al que más odia, seguro que saldría]. El voto vergonzante se dispara [Ese voto que emites pero sin decírselo a nadie, que lo mantienes oculto, o incluso lo niegas si sale la conversación]. El voto en blanco no para de crecer [Esa gente -entre ellos, yo mismo- que no comulga ni con las ideologías expuestas, ni con los programas propuestos, ni con los políticos que las gestionan, pero que piensan en el deber cívico. Si pudieran contravotar, más de uno dejaba de hacerlo en blanco]. Las fobias aumentan y no parece haber nada que las pare [El odio, la animadversión profunda y la ira vuelven a estar de moda. Es hora de vomitar en las redes todo el odio que llevas dentro. Se trata de insultar al contrincante, no de exponer tu programa político]. Se da la pésima combinación de muy malos perdedores [Los que sienten que han perdido se dedican a insultar a los que votaron al partido ganador], con muy malos vencedores [Aquí nadie cumple el programa electoral]. Todo el mundo dice que quiere acabar con la corrupción [Pero es una de esas mentiras gordas que nos autoimponemos para soslayar la mala conciencia. Claro, lo mío ni lo toques. Esta sociedad nunca ha sido -ni será- un monasterio de sabios budistas]. A pesar de los datos sobre niveles educativos y culturales, cada español lleva un presidente en su interior [Y un seleccionador nacional, por supuesto. En ningún sitio del mundo hay tantos cuñados expertos en política y en economía. Espero que algún día exista el mismo número de expertos en arte renacentista. El cambio sería tremendo]. 

Ergo:
Por cosas como éstas -y algunas más que me dejo en el tintero por no aburrir al personal, ni quitarle su preciado tiempo en decidir a quién vota- propongo el contravoto.

Se trata de votar no a quién sí quieres como Presidente, sino al que no quieres, al que te da más asco, te gusta menos, le tienes más odio o te cae como un grano en el culo. En una segunda vuelta, con los dos candidatos con menos haters se volvería a contravotar. Y tendríamos como Presidente al tipo al que menos gente del país querría verlo con derrame cerebral o alguna otra salvajada propia de este civilizado pueblo. El contravoto sí que sería, actualmente, la auténtica fiesta de la democracia.



Que usted lo vote bien el domingo....






7 de diciembre de 2015

Campañas Electorales

30.

Las campañas electorales que se hacen aquí funcionan en dos niveles: el nivel popular y el nivel hooligan.

El nivel popular es el de los eslóganes, los carteles, las pancartas, el ondear de banderas, las promesas, las ocurrencias, las paridas, los chistes, los aplausos, los besos a los niños, etc. Es el nivel de los mítines. Un acto -éste- en el que los candidatos entran en una especie de trance en el que largan a sus incondicionales toda serie de consignas estúpidas; tratándolos como subnormales profundos. Se produce una sinergia contagiosa entre votante y candidato. La plebe queda rendida a las tonterías y simplezas que ladra el baranda de turno. Éste, o ésta, se viene arriba y se lanza a prometer el oro y el moro. Luego nadie fiscaliza que se cumplan en los mandatos lo que se dice en los mítines. Si tuviéramos que medir la seriedad de los partidos según las promesas cumplidas en los mítines no quedaría nadie; ni de los viejos ni de los nuevos.

El nivel hooligan es de las discusiones, los dimes y diretes, las broncas en medio de un pasillo del Congreso, las acusaciones de drogadicción, las broncas entre tertulianos, etc. Que llega a su máxima expresión y cumbre en los debates televisivos. Un acto -éste- que la gente espera para ver cómo los políticos se atacan y descuartizan, cómo tratan de ridiculizarse. Un debate televisivo hace las veces de Anfiteatro romano. Los hooligans no quieren debate de ideas o proyectos, quieren sangre. Todo el mundo está pendiente de quién ganará, no de qué sacará de bueno el país y la sociedad. Gracias a las tecnologías digitales es ahora también el nivel de los vídeos virales en youtube, los memes groseros y los insultos disfrazados de ingenio en twitter. Este nivel canaliza las fobias, los odios y animadversiones que se tiene unos a otros. Es el nivel fundamental, a día de hoy.

La gente que piensa. La gente que tiene dudas. La gente que le gustaría saber qué se podrá hacer de verdad, en el mundo real. La gente que quiere que le cuenten proyectos posibles, no utopías realizables en el mundo de yuppie. La gente que opta por la crítica constructiva. La gente que se preocupa de las ideas. La gente que no sigue al pié de la letra lo que ordenan las siglas. La gente que no da pábulo al sectarismo. La gente que se preocupa de las tradiciones que están detrás de los partidos. La gente que prefiere el diálogo entre puntos de vista distintos. La gente que entiende la política no como un ajuste de cuentas, ni tampoco una metáfora de la guerra civil. La gente que mantiene a raya la fobia hacia unos y otros. La gente que no va a insultar cuando habla. La gente que aprecia el 'fair play', el respeto en el intercambio de ideas y la diplomacia, antes que el caos y el desorden de una pelea de gallos. La gente que no llamará fascista o rojo al que piensa distinto. 

No hay un nivel para toda esta gente en esta campaña electoral. Toda esta gente se ve avocada a decidir entre lo malo y lo peor. O entra en el nivel superficial de las ocurrencias mitineras de domingo por la mañana. O en el nivel agresivo de los insultos en el debate televisivo de máxima audiencia y las fobias de las redes sociales. Esta gente se tiene que buscar la vida de manera individual. Con suerte encontrará un grupo de personas similares con las que podrá comunicarse e intercambiar ideas y proyectos, no memes, videos e insultos. Pero ningún partido -ni viejo ni nuevo- se preocupa por esta gente.


PD: Mientras esto siga así, la política no solucionará nada. La sociedad no irá a ninguna parte. Todo seguirá igual. 

5 de diciembre de 2015

El plato de menudo

29.

Zaratustra bajó de la montaña. Estaba cansado de comer raíces y bayas. De parlotear con el águila. 
Se acercó al pueblo que languidecía abajo del todo.
Según decía su serpiente, había un bache donde ponían una papas aliñas y un potaje de menudo que quitaban el sentío.
Zaratustra tuvo suerte, y pilló sitio de terraza, al fresco.
Mientras el camarero tomaba nota se percató que había cierto jolgorio en la plaza.
Con la primera cerveza fresca aparecieron, en rebaño, un gentío de pequeños seres peludos, que al moverse agitaban las pequeñas campanas que apretaban sus pescuezos.
Llegaron las papas aliñas y unas buenas olivas. El ganado se agolpaba frente a un estrado.
Cuando llegó el menudo -humeante, maravilloso- Zaratustra preguntó al camarero qué era aquello. 
El camarero le dijo que era un mitín. Que en el pueblo estaban en campaña electoral.
Zaratustra dio buena cuenta del manjar. Haciéndole a la morcilla una reverencia especial. 
Y allí, frente al sabio hambriento, le ladraba uno a los animalillos lanudos, montado en una peana.
Para conmemorar semejante desperdicio de tiempo y de vida, Zaratustra le pidió café al camarero. 
Y una generosa copa de pacharán. 
Había que celebrarlo. El recuerdo. 
Recordar las razones que le hacían vivir arriba, en la montaña.
Zaratustra pagó lo que debía. 
Y comenzó a subir la cuesta, poco a poco. Que la digestión del menudo es cosa seria. 
Allí dejó a las alegres ovejas, pastando.