14 de noviembre de 2015

El espectáculo del horror

18.

Decimos que algo es paradigmático cuando un hecho determinado puede servir de modelo o puede presentarse como ejemplo de otros muchos. Por eso digo, que la cadena de atentados de esta noche en París es el paradigma del terrorismo moderno. Es un ejemplo modélico de lo que persigue el terrorismo.
El espectáculo del horror, la celebración del miedo, la contemplación del terror. En su estado más esencial. Destilado en su pureza más exquisita. El horror del que habla Kurtz en Apocalypse Now. El terror por el terror, sin más. Y no visto por 3 o 4, no. Será observado, escudriñado y analizado por millones y millones de personas en todo el mundo. Buscan que este miedo visceral potentísimo -y ojo, que será masivo y desaforado- traiga cambios en la forma de vida del que sufre el horror. Ahí está el origen y la meta de este acto terrorista paradigmático, de esta masacre: cambiar el modo de vida de la gente. Que no sigan viviendo como hasta ahora, que comiencen a planear respuestas, y se encadenen nuevas acciones, para que el horror siga y siga, como la rueda que gira sin parar cuesta abajo.   
Si el Estado francés permitiera a los medios de comunicación emitir todos los materiales recogidos esta madrugada nos quedaríamos petrificados. Ahora estamos en shock, pero si nos mostraran las peores imágenes de lo acontecido nos quedaríamos al borde del colapso. Un espectáculo dantesco, como aquel que vivió el poeta en compañía de Virgilio en su camino por los niveles del Infierno. 
Y el europeo medio -ilustrado, enciclopédico, digitalizado y tecnificado- comparece esta mañana con escuadra y cartabón. A ver si logra explicarse esta tremenda barbarie tomando medidas. Tratando de analizar cartesianamente esta matanza mirando los elementos sustanciales del evento. 
Decimos que algo es paradójico cuando un hecho determinado nos parece sorprendente o contradictorio, pero también puede ser exagerado, absurdo y disparatado. Por eso digo, que la cadena de ataques de esta noche en París es la absoluta paradoja del terrorismo hodierno. El absurdo incondicional por antonomasia, el disparate llevado a su esencia más brutal, la atrocidad sin paliativos. Una pista de hielo mortal para una razón que se mueve sin patines, y que no para de caerse y de molerse los huesos con cada caída. 
¡Vaya!, ¿son estos los momentos más oportunos para ponerse con la filosofía? No lo sé. Habrá quienes sientan consuelo con estas reflexiones; y habrá quien no esté para nada más que no sea la rabia y el lamento.

Desde aquí, desde ésta mi humilde tribuna, mi solidaridad con el pueblo francés -ese que me vio nacer-, transmitirles mi consternación y mi pena. Que descansen en paz los fallecidos. Mi sentido pésame a sus familiares y amigos, a toda la nación. Mi condena sin paliativos al terrorismo criminal indecente e inhumano.

La barca de Dante (1822) del pintor francés Eugene Delacroix.