15 de diciembre de 2015

De problemas, iniciativas y soluciones.


Tenemos un problema. 
Tenemos varias iniciativas para resolver el problema.
Tenemos iniciativas que agravarán el problema.
Tenemos iniciativas a las que el problema les viene grande de narices.
Tenemos iniciativas que no saben siquiera cómo meterle mano al problema.
Tenemos iniciativas que se diluyen como una azucarillo en el café antes de mirar el problema. 
Tenemos iniciativas que quieren convertir el problema en un unicornio de larga cabellera multicolor.


¿Y la solución?, me pregunto.
Los ciudadanos no decidimos la solución. La gente que votará el domingo tampoco va a decidir quién solucionará su problema. 
La gente decidirá, votando, qué iniciativa empezará a tratar con el problema.
La gente votará -realmente-, elegirá por uno de entre varios problemas. 
Por eso, la política puede ser a veces tan nefasta y mezquina: dar falsas esperanzas a la gente es de una crueldad intolerable.