25 de agosto de 2016

Estupidez y Política

70.

La política se nos aparece como una solemne estupidez si observamos con detenimiento la postura de los políticos respecto a detentar los gobiernos. Veamos.


Para que un partido político (y la ideología que está detrás), cualquiera de ellos, pueda hacer realidad sus proyectos necesita poder, esto es, necesita una mayoría para implantar sus medidas. Cuando eso ocurre, arrecian toda clase de acusaciones de autoritarismo, de dictadura, etc., incluso cuando las mayorías son conseguidas legal y constitucionalmente.

Bien, quitemos las mayorías absolutas.

Ahora, los partidos políticos (y las ideologías que están detrás) tienen que ponerse a dialogar, a buscar elementos comunes, a formalizar puntos concretos de acción, etc. Cuando eso ocurre, arrecian las críticas contra unos y otros. Que si las negociaciones rompen con la pureza de los ideales, que negociar es claudicar ante el enemigo, que hablar con el otro es dar bandazos y no ser fiel al programa primigenio, que si existen líneas rojas que no se pueden traspasar, que las reuniones parecen una subasta de sillones, etc. 

Bien, quitemos también las negociaciones.

Entonces, ¿qué nos queda, si no vale ni lo uno ni lo otro? Los políticos son estúpidos profesionales, porque hay una gigantesca imbecilidad en quejarse de una cosa y también de la contraria. 

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