30 de octubre de 2016

¿Y dónde me coloco?

74.

Nunca me he sentido identificado con los programas políticos de los dos grandes ideologías. Sin embargo, socialistas y populares, en sus respectivos momentos de gobierno han realizado cosas positivas (y negativas). Ocurre que en el relato actual, en boga, tienen que ser denostados, y llevados al fango.
Está la mal llamada 'nueva política' que o bien es un remedo bien educado de los de siempre, o una caterva de haters y trolls con títulos universitarios que han montado en cólera y quieren llevarse por delante todo 'lo viejo'.
Sigue haciendo falta algo, sigue siendo necesario llenar un hueco. Algo nuevo que sea capaz de seguir articulando lo bueno que sacaron adelante 'los viejos'. Pero con un espíritu pragmático, centrado en negociar las cosas, buscando acuerdos que acojan la mayor parte de las necesidades de la sociedad.
Pero, igual que hubo un mal tiempo para la lírica, es muy mal tiempo para el utilitarismo, la buena voluntad negociadora, un espíritu crítico constructivo y la mesura. Se ha impuesto la política de la performance, del chascarrillo twittero, la política faltona y llena de improperios e insultos. Y metidos en esa vorágine cualquiera que no se cague en los muertos de Rajoy es un colaboracionista. Como si hubieran desaparecido, de repente, todos los grises intermedios. Si no estás con Podemos no eres un verdadero demócrata.
Y ahora vivimos en internet, en las redes sociales, y aquel es el reino de haters y los trolls que presionan y presionan constantemente. Sin parar, ni de día ni de noche. La gente, como dicen ellos, ahora está en internet, porque esa red de redes es ahora tan calle como la calle de siempre. Y salir a la calle significa seguir presionando en internet. Todos los días y todas las noches. Manteniendo el nivel de sofoco y derrotismo tan elevado como se pueda, hasta conseguir lo que quieren o hasta reventar la sociedad desde dentro de cada uno de los hogares.
Los que no queremos esto, y los que no queremos la política de los viejos y sus corrupciones, ¿dónde nos colocamos?