2 de noviembre de 2016

Sobre vieja y nueva política.

75.

Gana el que gana y hace lo que le da la gana. Y el que pierde se hace la víctima. Hasta que gira el mundo gira y cambian las tornas. De prepotencia y victimismo estaba hecha la política en nuestra sociedad. Esta era la vieja política. La de vencedores arrogantes y perdedores emasculados.
Pero llega este momento en el que el perder y el ganar terminan metidos en una zona de confusión. Porque sumando por aquí y restando por allá, la cosa termina en que has perdido lo que ganaste, o terminas ganando lo que perdiste. Esta es una nueva política que se va abriendo paso. Quizás no sea la única.
Esta es una sociedad que no está acostumbrada a negociar o a dialogar (preferimos imponer, pero antes que el otro haga lo suyo, preferimos perder, para luego hacernos la víctima). Que nunca quiso ser práctica para detectar sus necesidades más perentorias y conseguirla (el paternalismo benefactor desbocado tiene los efectos que tiene). Que prefiere centrarse en lo diferente antes que lo común (buscar culpas y culpables antes que soluciones para una mayoría). Y mucho más. 
No es extraño que la clase política esté en pañales en lo tocante a alianzas, ententes o convenios. Es en este caldo de cultivo social, el pacto aparece como una traición.
El peor problema de esto es que muchos siguen siendo grandes negadores de la realidad, y prefieren partirse la crisma contra el muro antes que buscar soluciones alternativas. Si no ganas por la forma antigua, ¿cuándo aprenderás a ganar por la forma moderna? 
Lo que viene en los años venideros es la negociación y el pacto. Y la sociedad tendrá que ir aprendiendo a negociar y a pactar. Dejar los dogmatismos y las purezas en el cajón. Hay que llegar a las negociaciones ya llorado de casa.

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