2 de julio de 2016

Una explicación (tentativa y provisional) del 26J, a quien quiera escucharla.

67.


En estos últimos días, tras el 26J, han arreciado toda clase de insultos contra los 7.906.185 votantes del PP. También, en menor medida, contras los de C's (3.123.769) y los del PSOE (5.424.709). Les están llamando de todo, y nada bonito. Me voy a centrar en uno de las ideas más comunes que anda por ahí: la del ‘voto del miedo’.

1. Yo los llamo -nos llamo- conservadores antropológicos. Es una categoría instintiva, digamos que "psicoemotiva", antes que política. De algún modo, todos somos conservadores antropológicos. Unos más que otros, también es cierto. Sobre ésta -luego- se monta, o no, una estructura más elaborada y compleja de ideas y supuestos que reconocemos como conservadurismo (el señor de derechas).

2. Aquí se está utilizando el 'miedo' de forma despectiva, e interesada. Como si el miedo fuera algo que pudiera ser controlado fácilmente y sin problemas de forma voluntaria y consciente. Y uno decide ponérselo y quitárselo como unas gafas. Y no es tan sencillo, desactivar lo que estos llaman ‘miedo’. No hay nada fácil en el manejo del miedo.

3. Algunos olvidan que estamos dotados del instinto de supervivencia, del instinto de huida, y alguno que otro más, que provoca que tratemos de conservar nuestra existencia, nuestro ser, en el nivel más básico y elemental. Incluso los más avezados progresistas poseen estos instintos.

4. Lo que estos interesados llaman 'miedo' -despectivamente, como si fuera una especie de lacra personal-, yo lo llamo conservadurismo antropológico. Es la necesidad vital que poseemos de comodidad, seguridad y confort personal y social. Esta misma necesidad nos hace que tengamos aversión a todo aquello que sea un peligro para nuestra estabilidad, en varios niveles (emocional y afectiva, social, laboral, etc.).

4. Cuesta reconocerlo, pero la campaña electoral del PP ha sido más acertada que la campaña de PODEMOS. Podemos, durante su génesis, ha estado apelando a un nivel elemental de emociones en su electorado; toqueteando una serie de teclas que han hecho aflorar todo un universo de indignación que estaba reprimido. Esa masa crítica de enfado, cabreo, rabia, ira, ha llevado a Podemos a donde está; muy arriba. El PP parece haber ‘copiado’ ese modus operandi durante la campaña. El PP se ha centrado en tocar las teclas del conservador antropológico que todos llevamos dentro, con pingües beneficios.

5. Ante la agresividad visceral de Podemos mucha gente ha decidido actuar en ‘defensa propia’. La hipercrítica de Podemos no ha terminado de activar la parte racional (y kantiana) de la ciudadanía. Ha hiperactivado (en su contra) el instinto de conservación de mucha gente que no quería perder lo que ha conseguido con esfuerzo, dedicación y sacrificio. Mientras, Podemos apelaba al imperativo categórico e incondicional de la gente (que hiciera caso a los muchos casos de corrupción).

6. El conservadurismo antropológico es instintivo, nos sale de adentro. Pero siendo así, no anula la función crítica: seguimos viendo lo negativa que es la corrupción; seguimos indignados con los corruptos. Lo que ocurre es que en situaciones de estrés (las campañas electorales someten a mucha presión a la ciudadanía), lo instintivo y lo crítico son dos antagonistas irreconciliables que se ponen a ‘jugar’. Y, lo normal es optar por lo que consideramos más seguro: gana el instinto. A la gente le jode la corrupción pero más le jodería quedarse sin lo suyo, lo que ha conseguido, lo que ha ahorrado, etc. Porque entiende como mucho más temible y peligroso para su integridad, la irreversibilidad de la pérdida de lo suyo.
  
7. Es necesario un proceso educativo y formativo que impida que esta actitud prudente, que cuida de uno mismo, no se termine convirtiendo en conformismo, en desconfianza ante lo novedoso, en insolidaridad, en injusticia social, en inmovilismo, en incapacidad para seguir progresando, etc. Hay que educar a la gente para que cuando lleguen estos momentos de presión sea la razón crítica la que actúe y no los instintos. Pero está demostrado que como elemento educativo, el insulto, el menoscabo y la vejación, son poco efectivos. Si alguien de Podemos quiere convencer del error que cometió el votante del PP al votar al PP, insultándolo hasta la nausea, no va a conseguir 'reeducarlo'. Terminará votando al PP como salvaguarda de la propia autoestima. Cuando uno recibe insultos de todos los colores, lo normal, e instintivo, es defender la propia integridad, la propia estima.

8. Si la lectura que hace Podemos de estos resultados es apretar más todavía, elevando el nivel de estrés de la gente (seguir insultándola por todas las redes sociales), la cosa no le irá nada bien. Con lo listos que son, ¿nadie ha pensado en persuadir, por las buenas, a una buena parte de los que votaron a los partidos de siempre? No casa, más bien chirría, que el partido de "la sonrisa de un país" tenga la agresividad de un garrulo portuario. Si quieren que más gente les vote, lo que debería de hacer es tranquilizar al conservador antropológico que llevamos dentro: con las cosas de comer no se juega. Si la ciudadanía ve peligrar ‘lo que es suyo’, no les apoyará (el sustento, la paga, la pensión, su sueldo, sus propiedades, etc). Aquí es clave la cuestión de la percepción, de la estimación de la gente. Tienes que persuadir a la ciudadanía de que tus planes económicos y sociales son creíbles y realistas; y sobre todo tranquilizadores.

9. Si la lectura que hace el PP de estos resultados es que tiene barra libre para seguir haciendo y deshaciendo a su antojo, la cosa no le irá nada bien. La carta del conservador antropológico también tiene un límite de eficacia. Y si no hay regeneración, si no hay lucha enérgica contra la corrupción, si no hay una ayuda eficaz a los más necesitados (los desahucios por ejemplo, los millones de parados por ejemplo) toda esa gente que los votó por ser un valor seguro dejará de hacerlo.

10. Un último apunte estratégico. Hay aquí un cálculo racional que hay que hacerse sobreponiéndose a la indignación de los malos perdedores. Con todo esto, después de ganar las Elecciones, el PP no tiene asegurado el Gobierno. Aunque, me parece, que otros comicios (los terceros) serían una catástrofe tremenda. Mucha gente se cabrearía de tal modo que no iría a votar. Y otra gente iría a votar con el botón del pánico apretado, con lo que el PP sacaría más votos todavía (cosa que C’s y al PSOE no le interesan nada). Algunos tendrían que darse cuenta de que va a ser una legislatura corta o muy corta. Esta batalla está perdida. La vida sigue, no se acaba el 27J. Se trata de estar preparados para la siguiente batalla, la que vendrá dentro de 2 años, con caras nuevas, con cambios en el escenario de fondo, con otra Europa, etc.