23 de junio de 2017

El Ocaso empieza con la autocomplacencia.

90.

Una sociedad que se encomienda a un sistema educativo que convierte el fracaso en triunfo, está abocada a un futuro miserable. El esfuerzo, la dedicación, el sacrificio, el trabajo duro, la insistencia, el desempeño constante, los altos niveles de exigencia, el éxito por el mérito, no son elementos constitutivos de una sociedad fascistoide y represiva. Me niego a creerlo. Y si gana ese pensamiento, el futuro que viene -además de miserable- será corto. Esta sociedad autocomplaciente e inculta no aguanta la dentelladas que vienen dando desde extramuros.

8 de junio de 2017

Cómo? Los siento, pero esto no interesa.

89.
¿Cómo gestionamos el dinero de nuestro día a día?
¿Cómo educamos a nuestros hijos, en cultura y en valores éticos?
¿Qué clase de ejemplaridad recibimos los ciudadanos desde las redes sociales, convertidas en los altavoces del odio y la basura?
¿Cómo enfermamos?
¿Cómo cuidamos a nuestros familiares enfermos en casa?
¿Cómo morimos?
.....
Hay muchos más de estos 'cómo' que siguen perteneciendo a los arrabales de la política. Estos 'cómo' que aparecen en lo cotidiano de la gente siguen sin entrar en la agenda de la política. Si un problema social actual no puede ser politizado bajo el prisma de la indignación y el frentismo es obviado y eliminado de la agenda política. No estaba en la vieja política y no está, por supuesto, en la agenda de la nueva política.
Vivimos en la época de la politizición de los cuerpos y de las identidades; la politización de la pobreza y el sufrimiento; la politización de las altas finanzas y la macroeconomía. 
Esta tremenda politización no está rearmando a la sociedad de sentido común, solidaridad y altruismo. Es la politización de la sociedad completa en el dolor y el odio. Esta politización se nutre y retroalimenta oleajes de odio. Con lo que el afrontamiento de una gran parte de las cosas que nos pasan es inefectivo. Ya no es cuestión de que aumente el pesimismo, es auténtico resentimiento que embarga a varias generaciones abocándonos a un futuro nada halagüeño. 
Estamos en un tiempo de rendir cuentas, de transparencias e impudicias, de la pornografía del dolor, de venganzas y limpiar la mierda oculta bajo la alfombra. No es tiempo -¡qué desgracia!- de ocuparse de estos 'cómo'.